«Philae» sobrevive en un acantilado con solo dos de sus patas sujetas

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Está en una zona en la que apenas llega el Sol para recargar sus baterías

14 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Si la ciencia ha obrado el milagro de posar un robot del tamaño de una nevera en un cometa que viaje a una velocidad de 16 kilómetros por segundo tras haber completado una travesía de 6.400 millones de kilómetros desde la Tierra, a un milagro divino, o cuando menos a la fortuna, habría que atribuir ahora el hecho de que el módulo lanzado por la sonda Rosetta haya sobrevivido en un equilibrio inestable después de un aterrizaje histórico, pero muy accidentado. Philae, según los datos facilitados ayer por la Agencia Espacial Europea (ESA), se ha posado en la sombra oscura de un barranco al que permanece sujeto por los tornillos de dos de sus patas, ya que la tercera está al aire en la pendiente. El ingenio está situado, en un punto aún por concretar, a un kilómetro de distancia del lugar elegido para el acometizaje.

Igual de sorprendente resulta el hecho de que sus instrumentos científicos funcionen con relativa normalidad, al igual que las comunicaciones con su nave nodriza, y que sus paneles solares no sufriesen daños después de que la ESA confirmase, lo que adelantó La Voz, que en su descenso al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko rebotó dos veces en la superficie antes de su tercer aterrizaje final, ya que no se dispararon los arpones de anclaje al suelo. En el primer salto, que duró una hora y 50 minutos, volvió a elevarse un kilómetro. La gravedad prácticamente inexistente en la roca helada, de 4 kilómetros de diámetro, amortiguó los impactos.

Posible hibernación

«Las condiciones no son las ideales, pero todos los instrumentos están funcionando y muchas mediciones están en progreso», explicó Stephan Ulamec, responsable de la empresa que fabricó el robot. La prueba es que Philae envió ayer nuevas y espectaculares fotos del cometa.

Sin embargo, la misión no está del todo a salvo. No solo por el equilibrio inestable del módulo, sino fundamentalmente porque se ha situado en una zona oscura en la que solo recibirá 1,5 horas de sol al día, frente a las seis o siete previstas. Este aspecto es lo que más preocupa ahora, ya que la radiación solar es fundamental para que los paneles solares recarguen las baterías de Philae, imprescindibles para mantener las comunicaciones y los instrumentos científicos de exploración del cometa. Como precaución, los responsables de la misión decidieron postergar algunas de sus operaciones de observación científica, como la perforación del suelo destinada a analizar las entrañas del cuerpo celeste. De momento, la ESA aún no sabe por qué opción optar para solucionar el problema, a la espera de conocer nuevos datos.

Una de las opciones que se barajan es hibernar el robot hasta que el Sol se enfoque hasta la ahora pendiente oscura. Los ingenieros están calculado la rotación del cometa y su movimiento orbital para conocer cuándo podría darse la situación propicia.

Otra alternativa podría consistir en recolocar el aparato y reorientarlo, ya que dispone de un mecanismo de salto que se lo permitiría, aunque se trata de una maniobra peligrosa. También tiene la opción de relanzar los arpones de sujeción, pero si la roca es muy dura, como parece, existe el peligro de rebote.