Ban Ki Moon critica las «innecesarias» restricciones al personal sanitario que trabaja en países con ébola

Europa Press

SOCIEDAD

HEINZ-PETER BADER | REUTERS

El secretario general de la ONU ha advertido que estas medidas «discriminatorias» no son la forma de detener la exposición del virus

03 nov 2014 . Actualizado a las 19:07 h.

El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, ha advertido este lunes en contra de restricciones estrictas «innecesarias» al movimiento de trabajadores de la salud que han estado combatiendo al mortal virus del ébola en África Occidental.

En algunos estados de Estados Unidos, funcionarios han impuesto cuarentenas a profesionales de la salud que han vuelto de los tres países africanos más afectados por el virus, pero el Gobierno federal se opone a dichas medidas. Canadá y Australia han prohibido la entrada de ciudadanos de Liberia, Sierra Leona y Guinea, donde se ha propagado la enfermedad, y algunos políticos estadounidenses han llamado a una prohibición similar en Estados Unidos.

«La mejor manera de detener a este virus es en la fuente en vez de limitar y restringir el movimiento de personas o de comercio, particularmente cuando hay algunas restricciones adicionales innecesarias y discriminaciones contra trabajadores de la salud», ha defendido Ban en rueda de prensa en Viena. «Ellos son gente extraordinaria que se están dando, están arriesgando sus propias vidas», ha subrayado. En este sentido, ha considerado que las grandes aerolíneas internacionales y servicios de envíos deberían continuar con sus actividades, movimiento y transporte normales.

Expertos médicos afirman que es difícil contraer el ébola y que la enfermedad se propaga a través del contacto directo con fluidos corporales de una persona infectada y que no es transmitido por personas asintomáticas. «Por supuesto, cuando alguien tiene el síntoma (del ébola), esas personas deberían ser tratadas inmediatamente y respaldadas y evacuadas cuando sea necesario», ha afirmado Ban.

El brote más mortal de ébola jamás registrado ha acabado con la vida de casi 5.000 personas, casi todas ellas en Liberia, Guinea y Sierra Leona.