Pocos, pero bien avenidos

Jorge Casanova
Jorge Casanova CARRAL / LA VOZ

SOCIEDAD

PACO RODRÍGUEZ

En Galicia quedan 117 unitarias, un modelo en el que niños de diversos grados comparten aula pero que ahora dista mucho de aquellas escuelas mal dotadas y repletas de alumnos

24 oct 2014 . Actualizado a las 13:00 h.

«Uy, si de mí dependiera, se quedaría aquí durante toda la primaria, pero no se puede». El comentario parte de una madre que acaba de dejar a uno de sus hijos en la escuela unitaria de Tabeaio. Al otro se lo llevó el transporte al cercano colegio de Carral (provincia de A Coruña), que solo está a 2,5 kilómetros. Tiene prisa y no le queda tiempo para explicarme las razones que la hacen preferir la pequeña escuela de Tabeaio pero apunta a que el trato es más familiar y que los niños «aprenden humildad». Aunque solo hasta segundo de primaria.

Llamo a la puerta y me abre Carmen, la profesora de infantil: «¡Hola periodista!», vocean por detrás un par de chavales. La clase está avisada de mi visita que convertirá la jornada en algo diferente. O eso creen ellos, agrupados ya en una asamblea de veinte rapaces de entre 3 y 5 años. Carla, de 4, pasa lista sacando de una caja tarjetas con los nombres de sus compañeros que lee y ellos levantan la mano. Pero, ¿ya saben leer? «No -responde Carmen-, pero reconocen sus nombres». La clase se organiza en función del proyecto trimestral, que versa sobre los saltamontes: «Lo eligieron ellos porque se nos coló uno en clase», comenta la maestra.

-A ver. ¿Quién sabe decirme el nombre de algún insecto?

Brazos arriba: «Una hormiga», dice uno; «una avispa», añade otra; «un elefante», suelta uno de los pequeños, desatando algunas carcajadas. Aún es más hilarante el momento en el que buscan palabras con el sonido fuerte de la letra «c» y encuentran un filón en la escatología: «¡Caca!» «¡culo!», obligando a la maestra a decir: «Muy bien».

En el aula de al lado, siete alumnos se enfrentan a la parte más dura de la mañana: matemáticas y lengua. Bajo el control de Elena se dividen dos chavales de segundo y cinco de primero: «Los mayores tiran de los pequeños y, aunque las actividades son distintas, es inevitable que los pequeños escuchen las de los mayores».

La sincronía en este colegio es tan notable que las profesoras elaboran buena parte de los contenidos evitando que los padres tengan que comprar muchos libros. El AMPA recauda y aporta material escolar para repartir entre los alumnos. Los propios padres colaboraron en el montaje de la amplia y acogedora biblioteca, que las dos maestras han puesto en marcha con donaciones de todo tipo y donde hay varios ordenadores y pizarra electrónica. Allí, Manuel, un profesor de audición y lenguaje, trabaja en solitario con los alumnos que tienen algún problema. Visita la escuela una vez a la semana, como el profesor de inglés, Ariel, con el que la chavalada se lo pasa de traca.

En Galicia quedan ya pocas escuelas como la de Tabeaio, (117) que nada tienen que ver con aquellas envaradas y mal dotadas unitarias de antaño, donde una sola maestra o maestro enseñaba de todo a todos. En esta, alumnos y profesores disponen de los recursos y una atención mucho más individualizada. Ventajas de ser pocos. Y bien avenidos.