El coronel resistió la presión

r. r. garcía REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Un egipcio bate el récord mundial de buceo autónomo al sumergirse en el mar Rojo a una profundidad de 332,35 metros

20 sep 2014 . Actualizado a las 12:11 h.

Al teniente coronel egipcio Ahmed Gamal Gabr no le puede la presión. Es el único ser humano en resistir una fuerza de 33 kilos en cada centímetro cuadrado de su cuerpo. Justo la que existe bajo el agua a 332,35 metros de profundidad, un abismo submarino al que nunca antes había llegado nadie sin asistencia exterior y con la única ayuda de algo más de sesenta botellas con una mezcla de oxígeno, nitrógeno, helio e hidrógeno que le permitieron mantener el aliento. Gamal, un consumado triatleta y miembro de las fuerzas especiales del ejército de Egipto, logró con su hazaña el récord mundial de profundidad. Lo hizo en Dahab, un paraje del mar Rojo muy frecuentado por los aficionados al buceo.

«Ahmed Gabr estableció el récord en profundidad de una zambullida en autonomía, con 332,35 metros», certificó Talal Omar, el juez del Guinnes que validó la proeza. Tardó tan solo doce minutos en el descenso, aunque necesitó 15 horas de ascenso por etapas para alcanzar la superficie. Lo que no pudo, sin embargo, fue llegar a los 350 metros.

Riesgos que cuestan la vida

El nadador estuvo acompañado por los miembros de su equipo hasta los cien metros de profundidad. A partir de ahí le tocó un descenso en solitario de grave riesgo. Cualquier mínimo contratiempo puede llevar a problemas relacionados con la descompresión, lo que le costó la vida al anterior récordman de la especialidad, el estadounidense Sheck Exley, o a otros trastornos como la narcosis de nitrógeno, una alteración del estado de conciencia de un individuo con síntomas similares al de una intoxicación etílica, o el síndrome nervioso de alta presión, que produce náuseas, somnolencia o problemas psicomotores. Cualquiera de ellos le podía haber costado la vida.

El buzo tuvo que prepararse durante meses antes de afrontar el reto, no solo con preparación física, sino también psicológica. Memorizó cada gesto que iba a hacer en el agua, segundo a segundo, como hacen los pilotos de Fórmula 1 con las curvas de un circuito. El control de los nervios también es fundamental, porque cualquier gesto abrupto lo hubiera condenado.

El récord anterior lo ostentaba el sudafricano Nuno Gómes, que estableció en el 2005 una marca de 318,25 metros. Más tarde el francés Pascal Bernabé hizo 330 metros, que no está validado por el Guinnes, pero sí reconocido por los clubes submarinistas.