¡Que te importe un pimiento!

SOCIEDAD

MERCE ARES

Arnoia, Herbón y Couto. Cada uno que elija el que más le guste y a muerte con él

31 ago 2014 . Actualizado a las 10:59 h.

Todos los veranos lo mismo, oiga. Llega el calor, empiezan a entrar por la puerta cientos de pimientos de Herbón. Una emoción, una gozada, una comida de la que si pudiese me alimentaría a todas horas. Pero amigos, tener a la mitad de la familia en la zona de Arnoia es duro. Porque llega el buen tiempo y empiezan a entrar kilos de pimientos de Arnoia por la puerta. Una emoción, una gozada, una comida de la que si pudiese me alimentaría a todas horas. Un estrés total, un agobio, un empacho que no vean. Pero sarna con gusto no pica. Bueno, algún pimiento que otro sí, pero esa es la emoción de la vida pimientil. Llega el calor y es la lucha de los pimientos, es pasar dos meses tomando en cada comida una variedad u otra porque no se puede renunciar a los pimientos. Los pimientos son lo más. Me importan mucho los pimientos. A ustedes deberían importarles los pimientos. Escojan pimiento y a muerte con él.

Unos pican...

Primero de todo. Son pimientos de Herbón. No de Padrón. Las cosas claritas, y los pimientos verdes brillantes. Primera característica para distinguirlos. Otra: la piel suave y fina. Y otra más. Tamaño máximo, cinco centímetros. Lo explica José Ramón Torreira, presidente de la Denominación de Orixe Pemento de Herbón y experto mundial en los pimientos gallegos más conocidos. ¿Pican? Inevitable que se cuele alguno, porque amigos, los pimientos de Herbón son parientes del chile mexicano, así que ya me dirán. Pero el chiste es ese, nunca sabes lo que va a pasar. Y ojo, aquí un dato importante que ha zanjado un debate generacional en mi familia: se fríen sin rabo. Y lo mejor para sacárselo sin pinchar el pimiento, una cucharilla de café. O como mucho un cuchillo romo. Así que ya saben, Herbón forever. Sin rabo. Y si pica alguno -aunque van muy escogidos por las expertas manos de las pementeiras- a disfrutarlo. Es la ley del pimiento.

Siguiente parada. Arnoia. La comarca ourensana presume de pimientos. Más grandes, entre siete y once centímetros. Y lo normal es tomarlos fritos. Aquí el que sabe es Rodrigo Aparicio, del Consello Regulador. Ojo al dato: aceite caliente pero no demasiado y sobre todo ?non apuralos?. Que prácticamente se vayan cociendo. Aunque claro, ahora que el pimiento de Arnoia lo está petando muchísimo, también tienen salida en tortilla y hasta rellenos. Pero ricos, ricos, fritos. Y la piel, no se preocupen. Entre junio y julio, de fina que es, no hace falta ni quitársela. Luego... pues con la maestría del cuchillo se va saliendo adelante.

Si los de Herbón se venden por cientos -a seis euros en el inicio de la temporada y desde 1,50 cuando están en pleno apogeo- los de Arnoia van por kilos. Entre tres y 1,50 euros, dependiendo del momento veraniego en el que darse el capricho pementeiro. Y los ourensanos no se libran de la emoción del picante: «algún pode picar e dar algún susto» porque ha habido cruces. Claro que ahora están trabajando en buscar la semilla más auténtica de una variedad que ha estado siempre con los arnoianos.

Y finalmente, los do Couto son los reyes en el norte. Originarios de Narón, amigos, estos no pican. Para los menos osados, una gozada. Porque no tienen la capsicina, que es lo que le da vida a los de Herbón -y que tiene hasta aplicaciones en Medicina- así que no hay que poner en riesgo la integridad de nuestra boca.

Si los de Herbón llevan el nombre del monasterio que los vio nacer, crecer y multiplicarse, no iban a ser menos los de O Couto. Y para distinguirlos, solo hay que fijarse en su color, que tiene que ser verde oscuro. También tiene poco brillo y una longitud de entre cuatro y ocho centímetros. Y eso, que no pican. Ni uno. Por eso, explican desde su consello regulador, son muy apreciados en hostelería. No todos están preparados para la aventura de Herbón.

Así que ya saben. Escojan pimiento. O no. Denle a todos. Yo es que me tengo que ir. Que aún me queda media bolsa de los de Arnoia y casi un ciento de los de Herbón. Y hoy ya no sé de cuáles me toca...