Lluvia de Perseidas: Contemplar las estrellas sin pagar un duro

Nacho Blanco REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Desde ayer y hasta mediados de semana se libra en el cielo una igualada batalla. Sus protagonistas, las Lágrimas de San Lorenzo y la superluna, deberán medir sus fuerzas para ver quién ilumina más estas tres espectaculares noches

11 ago 2014 . Actualizado a las 12:46 h.

La lluvia de Perseidas convierte el cielo cada 12 de agosto en un auténtico espectáculo. Sin pagar un duro y apto para todos los públicos, independientemente del punto geográfico en el que uno se encuentre, la noche del martes al miércoles el escenario celeste se convertirá en una carrera de bolas de fuego que este año, además, deberán competir con una espectacular intrusa, la superluna.

Todo el mundo sueña con estar cerca de las estrellas. Estos días la ocasión es la perfecta si uno enfoca al cielo por las noches. La lluvia de estrellas conocida como la lluvia de Perseidas o lágrimas de San Lorenzo llega fiel a su cita anual de agosto. Miles de meteoros lanzan su luz y, si la bóveda celeste se mantiene medianamente despejada, se podrán pedir deseos y admirar un sinfín de estelas. El máximo de visibilidad tendrá lugar desde este lunes hasta el día 24, aunque será la noche del 12 al 13, sobre las dos de la madrugada, el mejor momento para admirar el diluvio estelar.

Desde hace por lo menos una semana es posible contar estrellas fugaces en Galicia, aunque las últimas jornadas fueron más bien pocas por culpa de las nubes que cubrieron la comunidad. El astrónomo Borja Tosar dice que además de la nubosidad tendremos otro factor en contra para la visión de la lluvia de Perseidas: la luna. Porque no será una luna normal. El satélite de la Tierra ha optado por aguar la fiesta a los voyeurs galácticos y hacerse un 10 % más grande y hasta un 30 % más brillante. Esta superluna iluminará de más el hemisferio e impedirá contabilizar todas las estrellas fugaces que veríamos en una noche estándar. La cercanía del astro que rige las mareas es la causa de que podamos verla en casi todo su esplendor, aunque el fenómeno chafe a medias la lluvia de estrellas. Pero no todo son desventajas. Según Borja Tosar, las que veamos «serán las mejores y más potentes» y viajarán al ralentí.

Para el astrónomo, Galicia es un lugar óptimo para el avistamiento de la lluvia de Perseidas, superluna aparte. Especialmente las zonas más alejadas de las urbes. Tosar descubre sus rincones preferidos para acercarse a las Perseidas. Y señala a las montañas ourensanas limítrofes con Castilla y León o a las lucenses de O Courel y Os Ancares como santuarios en los que la escasa contaminación lumínica se convierte en un aliado. De todos modos, no hay excusa; también en las ciudades se pueden ver la lluvia de Perseidas y las estrellas, preferentemente en parques y zonas no saturadas de luz.

A partir del 16, Perseidas sin el estorbo de la superluna

Tosar también pronostica que los que no puedan pasar la noche del 12 al 13 al raso tienen la oportunidad, a partir del 16, de observar el cielo sin que la luna sea la protagonista. En estas fechas la superluna dejará paso a un satélite menos glotón. Salir por la noche para contemplar la lluvia de Perseidas puede convertirse en toda una aventura. Eso sí, primero hay que buscar un sitio despejado, no olvidarse de la ropa de abrigo y desplegar una tumbona o silla en el lugar elegido. Prismáticos y telescopios no son necesarios para ver los meteoros. En esta era de tecnología sí no está de más hacerse con una app de astronomía y visualizar en qué punto bajo el cielo se encuentra el usuario.

Cada año son más las actividades organizadas con motivo de esta fiesta de las estrellas. Así, la noche del 12, en la provincia de Ourense, habrá quedada astronómica en el albergue Os Biocos de San Xoán do Río y en el mirador de O Rañadoiro, en A Veiga; en los observatorios de Cotobade y Forcarei, y en el Alto de Fonfría en Pontevedra también, así como en la playa ferrolana de Esmelle. Con la lluvia de Perseidas toca mirar al cielo y disfrutar gratuitamente del otro camino de estrellas que los primeros cristianos identificaron con San Lorenzo y que murió en una parrilla. El cielo, esta vez, no puede esperar.