La mejor arena de las playas gallegas

óscar vallo , a. A.

SOCIEDAD

«Top 5» de los arenales más peculiares, según el biólogo y experto Enrique Santillán

29 jul 2014 . Actualizado a las 18:21 h.

La arena de las playas se convierte durante el verano en el sofá particular sobre el que descansan los gallegos. La playa de Rodas, en Illas Cíes, con su característica arena de gran transparencia; la playa de A Retorta, en Cabo de Cruz (Boiro), que se asemeja a los típicos corales; la de Morouzos, en Ortigueira, gris oscuro; la de Montalvo, de color granate y la de los cristales (en Laxe), un antiguo vertedero de botellas de vidrio verdes, ámbar y transparentes que erosionaron la fuerza del mar se convierten en las playas más peculiares según Enrique Santillán, profesor de biología del colegio Maristas de A Coruña y experto coleccionista de arena de todo el mundo. Existen además otro tipo de arenas -muy poco conocidas- como la que proviene del fondo del mar, a unos mil metros, en el denominado banco de Galicia, y que está formada por caparazones de protozoos de «incuestionable belleza», afirmó Enrique.

Pero no todo es arena. El profesor comenta que para catalogarla como tal ha de tener unas características determinadas. Por ejemplo, un tamaño de entre 0.06 y 2 milímetros. Todo lo que queda al margen, es considerado grava o limo. Muchos se preguntarán de qué estarán formadas las playas de Riazor y el Orzán -en A Coruña-. El biólogo explicó que el tamaño del grano de las dos entra dentro de los límites para considerarse arena.

El docente tiene una colección de 992 botes de 200 centímetros cúbicos -almacenados en el laboratorio del instituto-, de arenales de todo el mundo. Del Caribe, de las Seychelles, e incluso de la Antártida.

Todo comenzó en el año 2007 cuando un grupo de alumnos de su colegio le trajeron una muestra del Sahara para analizarla en clase. «Cuando la vi me impresionó tanto que fue el momento en el que me empecé a interesar por coleccionar». Y es que para el biólogo, a simple vista, la arena no tiene nada de especial y al verla a través de la lupa binocular todo cambia. «Descubres los caracoles, las espinas de erizo y la infinidad de elementos que la componen, y eso es espectacular». A partir de ese momento la colección fue creciendo gracias al aporte de muestras que él mismo conseguía y que también le traían sus amigos, sus alumnos y gente cercana.

La arena está compuesta de cuarzo, mica y feldespato. Al ser el cuarzo el mineral que más tarda en desgastarse, la mayoría de las playas son de este tipo, comenta el biólogo. También existen otras, como las de origen volcánico en las islas Canarias que tienen un aspecto negro. Hay playas de coral como las del Caribe, creadas gracias a restos de conchas. Incluso existen algunas de color rosa, como la que está al noroeste de Creta.

Evidentemente no podría faltar en su colección arena de su tierra natal. Un total de 320 botes contienen material de playas gallegas.

A pesar de la inmensa colección que tiene, no duda en decir que una de sus favoritas es la de la playa de las Sirenas de Cuba. Le tiene especial aprecio porque es muy fina, pequeñita, y verla con lupa es como contemplar un conjunto de «perlas de un collar, todas iguales y redondas. Una preciosidad».

Coleccionar arena no es una tarea fácil. El biólogo confiesa que a pesar de que él nunca tuvo ningún problema para traerla del extranjero, algunos de sus amigos si que sufrieron percances, sobre todo en el aeropuerto al encontrarse la policía con «sacos de arena blanca».

Este verano, Enrique Santillán estima llegar a las mil muestras de arena y así seguir completando, con chinchetas, su mapa colgado en el laboratorio del colegio con los lugares donde consiguio las muestras. Después de lograr esto le gustaría hacer o una guía o una exposición para que la gente disfrute con su pasión por la arena.