Cada universitario de EE.UU. debe 21.000 euros al acabar la carrera

victoria toro NUEVA YORK / CORRESPONSAL

SOCIEDAD

Obama firmó un memorando para reducir la carga de los préstamos de los estudiantes.
Obama firmó un memorando para reducir la carga de los préstamos de los estudiantes. downing < / span>reuters< / span>

El sistema de préstamos a estudiantes amenaza con convertirse en una burbuja

15 jun 2014 . Actualizado a las 13:53 h.

El presidente estadounidense, Barack Obama, recordó en varias ocasiones que cuando se casó con su mujer, Michelle, y compraron su primera casa, unos cuantos años después de que ambos hubieran acabado sus carreras de Derecho, «pagábamos más por la devolución de nuestros préstamos universitarios que por la hipoteca del apartamento». Y esa seguro que es una razón para la lucha que desde que llegó a la Casa Blanca, en el 2009, mantiene contra el actual sistema de créditos para estudiantes que existe en su país. Aunque no es el único, el principal motivo que ha dirigido al líder norteamericano en su cruzada contra este sistema es que está quebrado. Hasta el punto de que muchos economistas temen que se convierta en la próxima burbuja financiera.

Si en la época que recuerda Obama las cosas eran complicadas para los estudiantes de clase media, ahora esa complicación ha aumentado exponencialmente. En la actualidad, el 71 % de los estudiantes que obtienen un título de posgrado cargan con una deuda media de 29.400 dólares (más de 21.000 euros) al acabar sus estudios. Cuando empiezan su carrera profesional deben empezar también a devolver esos créditos. Se trata de una situación que está complicando mucho la vida de toda una generación de estadounidenses, porque tras la crisis del 2008 las expectativas laborales no son excesivamente generosas.

Así que muchos universitarios se ven obligados a aceptar cualquier empleo para poder devolver sus préstamos. Un estudio reciente achacaba precisamente a esta situación el que haya más universitarios en puestos de trabajo que no requieren título. En el 2013, el 15 % de los taxistas tenían título universitario, cuando en 1970 solo era el 1 %. El 25 % de los dependientes de los comercios también son licenciados.

Empleos precarios

Y, a pesar del gran número de jóvenes que aceptan empleos por debajo de su titulación, el problema no hace más que crecer. En el 2012, la deuda por préstamos universitarios en EE.UU. superó el billón de dólares, casi el doble que la deuda de tarjetas de crédito. Las universidades estadounidenses, incluidas las públicas, son muy caras, pese a lo cual en los últimos cuarenta años se ha animado a los jóvenes norteamericanos a estudiar en ellas. Su única forma para conseguirlo es recurrir a los créditos.

Existen dos formas de acceder a estos créditos, a través del gobierno o en el mercado libre. En los primeros no siempre es el Estado el que presta el dinero, a veces solo actúa como intermediario, pero imponiendo normas de control que benefician a los estudiantes. Pero sea cuál sea el origen todos ellos registraron hace dos años una tremenda subida en los tipos de interés, desde el 3,4 % al 6,8 %. Ese aumento, unido a los problemas laborales provocados por la crisis, ha llevado a que hoy en día el 44 % de todos los préstamos esté catalogado como moroso.

Y para agravar esta situación se unen varios problemas. Por un lado, los jóvenes pueden atrasar hasta tres años el pago de sus créditos, pero después de este tiempo se acabaron las prórrogas. Además, la ley de bancarrotas aprobada por el Gobierno estadounidense en el año 2005 prohíbe que los jóvenes puedan acogerse a la normativa por esta causa. La única solución para los millones de jóvenes que se han encontrado en un callejón sin salida ha sido la refinanciación de sus créditos. Pero esta opción les supone supone intereses más altos y estar pagando durante muchos más años.

Este problema es uno de los que más ha preocupado a la Administración Obama. Para combatirlo, el presidente estadounidense ha impulsado una serie de medidas. La última fue la aprobación el pasado 9 de junio de una medida destinada a los prestatarios más vulnerables de convertirse en morosos y que permite que los prestamistas solo puedan cobrarles el 10 % de sus ingresos mensuales.