Una peregrinación medida hasta el último detalle por la política

Javier Martín EFE

SOCIEDAD

El viaje que el próximo fin de semana realizará el papa Francisco a Tierra Santa encierra una dimensión política que palestinos e israelíes tratarán de explotar en su propio beneficio

20 may 2014 . Actualizado a las 19:16 h.

Más allá de su esencia espiritual y su carácter religioso, la peregrinación que el próximo fin de semana realizará el papa Francisco a Tierra Santa encierra una dimensión política que palestinos e israelíes tratarán de explotar en su propio beneficio.

Como sus predecesores, Bergoglio llega a la tierra de dos pueblos en constante conflicto, donde cada gesto se observa con lupa y cada acto se negocia hasta el extremo, en un intento casi paranoico de interpretar todo detalle.

Fuentes del Patriarcado Latino en Jerusalén admiten que cada punto de la apretada visita fue discutido hasta la extenuación, con sucesivos borradores para cerrar una agenda que deja al pontífice poco espacio para el descanso.

«Cada propuesta recibía una contrapropuesta. A veces parecía que no les importara que fuera un líder religioso que quiere rezar y tener contacto directo con los fieles», explicó la fuente, que pidió no ser identificada.

El papa Bergoglio llegará a Palestina desde Jordania, tras cruzar el río Jordan y sobrevolar en un helicóptero jordano una Cisjordania en la que florecen las colonias judías, pese a ser ilegales según la ley internacional.

Allí, será recibido por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, antes de oficia una misa multitudinaria a la plaza de la Natividad.

«Teniendo en cuenta su carácter, su preocupación por todos los que sufren, estoy seguro de que dirá algo en favor de los palestinos que viven bajo la ocupación», vaticinó el viernes el padre Jamal Jader.

Jader, religioso encargado de la coordinación de la visita, admitió después a Efe que la esperanza reside en el carácter espontáneo e imprevisible de Bergoglio, que en otras ocasiones se ha salido del programa.

«La idea es que pueda acercarse a la gente, hablar con ella, y expresar su sentimiento», explica Jader, que espera una frase comprometida sobre la ocupación y el muro similar a las que dejaron Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Wojtyla afirmó su convencimiento de que los habitantes de la zona de Belén «son seguramente los descendientes de los pastores que visitaron a Jesús».

Una sentencia que los palestinos interpretaron como un reconocimiento de lo que los judíos más conservadores tratan de negar: que cuando los primeros sionistas llegaron, a finales del siglo XIX, hallaron una tierra despoblada.

Su sucesor, el actual papa emérito, quedó impresionado por el muro de secesión que Israel comenzó a construir en 2003, en plena Intifada.

«Una de las visiones más triste de mi visita ha sido el muro», dijo Ratzinger, papa al que los israelíes criticaron por su «tibio» mensaje sobre el holocausto.

«El hecho de que venga directamente desde Jordania en helicóptero es una forma de reconocimiento de Palestina», afirmó Jader.

Y es que Bergoglio es el primer pontífice que pondrá su pie en Cisjordania desde que hace dos años los esfuerzos palestinos fructificaran en su admisión como estado observador en la ONU, categoría compartida con el Vaticano.

Tras la misa y la visita a refugiados palestinos de Belén, la siguiente cita del papa será en la Iglesia del Santo Sepulcro, situada en el casco antiguo de Jerusalén y a escasos ocho kilómetros de la ciudad que vio nacer a Jesús.

Aún así, el pontífice deberá volar a Tel Aviv -unos 50 kilómetros al oeste- para ser recibido por las autoridades israelíes antes de desplazare a Jerusalén Este.

Un movimiento que los palestinos denuncian como una triquiñuela para evitar que el papa aterrice en la parte que reclaman como capital de su estado desde la propia Palestina, y deba hacerlo desde Israel.

En Jerusalén se entrevistará con el patriarca de la Iglesia greco-ortodoxa, Bartolomeo, y se alojará en la nunciatura vaticana, situada en la zona oriental.

A la mañana siguiente, visitará la disputada Explanada de las mezquitas, tercer santuario del Islam y lugar que los judíos reclaman para construir su tercer templo.

Después, bajará a rezar al muro de las Lamentaciones -lugar más sagrado para el judaísmo- y realizará actos protocolarios obligados para todo jefe de Estado que viaja Israel, como la visita al museo del Holocausto.

Tras reunirse con los dos principales rabinos, departirá con el presidente israelí, Simón Peres, en la presidencia, y recibirá al primer ministro, Benjamin Netanyahu, en un lugar de especial significado: la iglesia de Notre Damme, situada junto a la denominada Línea Verde de 1967, y propiedad del Vaticano.

Aún así, fuentes diplomáticas israelíes aseguran que el país está «satisfecho con el viaje de Francisco, que viene acompañado de un rabino,» y que los esfuerzos son máximos para garantizar seguridad y comodidad.

Sin embargo, algunos admiten que existe preocupación por los eventuales actos vandálicos de radicales judíos -recurrentes en las últimas semanas- y por la posibilidad de que quede expuesta la polémica sobre las colonias, señalada como el obstáculo que frenó el último y fracasado intento de diálogo.