Las aulas, en el ojo del huracán

Elisa Álvarez / Sara Carreira SANTIAGO, REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Las nuevas tecnologías conviven con métodos clásicos y docentes que buscan innovar

28 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La educación está en el ojo del huracán. Mañana martes, el ministro de Educación, José Ignacio Wert, se reunirá con los sindicatos para hablar del estatuto del docente, un documento que lleva siete años dando vueltas por los despachos sin éxito hasta el momento. Como adelanto a lo que tratarán, la pasada semana se filtró que en las futuras oposiciones, los maestros tendrán pruebas específicas de idioma extranjero y competencias digitales. En esta reunión se hablará de formación, jubilación, del ingreso en la carrera pública y del sistema de acreditación de méritos. Mientras, los alumnos tienen su enésima ley educativa, la Lomce, con reválidas, más matemáticas y una vuelta a la cultura del esfuerzo.

En paralelo, once universidades madrileñas han decidido endurecer los criterios para acceder a Magisterio, de tal manera que los alumnos que este año se presenten en selectividad con aspiraciones de maestros tendrán que aprobar sí o sí el examen de Lengua Castellana. Y el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, apuntaba en el mismo acto que a las oposiciones a maestros bien podrían presentarse otros licenciados, como filólogos o historiadores.

Todo lo anterior obliga a recapacitar sobre lo que ocurre en las aulas. ¿Están preparados los profesores para las exigencias que planea el Gobierno? ¿Reducirá la Lomce el fracaso escolar, convertido en arma arrojadiza por unos y otros? ¿Tienen las clases gallegas los recursos y el profesorado suficientes? Un recorrido por las aulas indica que la revolución vivida en infantil hace unos años está llegando lentamente a primaria y empieza a entrar en secundaria, en donde es más difícil combinar la adquisición de contenidos, más densos, con captar la atención del alumnado. Padres, pedagogos, profesores y sindicatos no se cansan de hablar de la necesaria estabilidad que necesita la educación de los niños sin que se alcance el consenso. ¿Llegará?