La lectora más precoz de Galicia

Monica Torres
Mónica Torres TUI / LA VOZ

SOCIEDAD

Con dos años, Kassandra conoce todas las capitales del mundo

22 abr 2014 . Actualizado a las 11:09 h.

Kassandra ha conseguido, con solo dos años de vida, conocer todas las capitales del mundo y ubicarlas en un globo terráqueo. También es capaz de distribuir medio centenar de ríos por los cinco continentes y situar en el mapa todas las comunidades autónomas de España.

A la aventajada aprendiza le regalaron el sábado, por su cumpleaños, la moto a la que quisiera subirse todo niño de su edad.

Se arrancó a hablar con diez meses y sus primeras palabras fueron «mamá» y «papá». Pero, con un año, dijo Atenas, y doce meses después, como demostró antes de apagar las velas el sábado, puede dar cuenta de todas las capitales del mundo al dedillo. Su padre asume las sesiones de estimulación con las que la pequeña sigue creciendo desde su nacimiento. Él propone el país y ella continúa. «Belice, Belmopán. Honduras, Tegucigalpa. Nicaragua, Managua...».

Empezaron a «jugar», que es el verbo con el que su padre identifica estos momentos de aprendizaje por estimulación, con cuatro meses y ante un frutero: «Me senté con ella, le enseñé una pera, una manzana y un plátano. Le repetí varias veces los nombres, ella tocó las frutas y en seguida fue capaz de indicar el tipo de pieza por el que yo le preguntaba».

Su trabajo conjunto comenzó con sesiones de veinte minutos. Del frutero pasaron a todo el mobiliario de la casa. Con cinco meses. Kassandra identificaba cinco colores. «Mi hija lee desde que tiene año y medio», confirma el progenitor.

La estimulación familiar es la clave y el sistema es casi autodidacta, según las explicaciones paternas. Aunque bebe del método Doman, que se basa en desarrollar al máximo las áreas sensoriales del niño mediante la estimulación, el método de su padre «es diferente porque es más comprensivo que de memoria; el Doman entra más tarde en lo que es la comprensión de la lectura».

Padre e hija se pasaron al ordenador con 8 meses. Kassandra se iniciaba en la lectura identificando palabras con imágenes y con un año ya no precisaba de apoyos gráficos. Ella juega tres cuartos de hora al día. Pero su padre suma algunas horas más cada noche para crear fichas personalizadas. «Ahora está aprendiendo el mecanismo de la lectura, antes era solo reconocimiento. Lee perfectamente unas 800 palabras», señala.

Parece que el método funciona, porque Kassandra derrocha felicidad y entusiasmo cada vez que repite «otra vez, otra vez». La cantinela suena con la insistencia e ilusión que solo atesoran los niños cada vez que «juegan» y no cesa hasta que se lo ha aprendido todo. No hay horarios. «Porque todo es un juego, si un día vemos que no le apetece paramos. Alternamos las horas para evitar que lo asuma como algo obligatorio», apunta el padre. «Resulta que es ella la que lo pide, así que es un camino sin retorno. Lo que empezó con un Atenas acabó en todas las capitales. Un día me preguntó por los ríos. Tres veces repetí la retahíla: Miño, Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Júcar y Segura», comenta. Ya se sabe los cincuenta más grandes del mundo.

No saben el cociente intelectual de la niña. A estos padres no les importa: «Ni lo sabemos ni nos interesa. Lo importante es que ella aprenda lo que le gusta y que lo que le gusta lo disfrute».

Ni los disparos del fotógrafo que ayer acompañó la sesión familiar hicieron que Kassandra se despistara. No pierde ni el ritmo ni la sonrisa.