Javier Urra: «Educar también es educarse a uno mismo»

EFE

SOCIEDAD

OSCAR CELA

El exdefonsor del Menor defiende la importancia de la educación para afrontar graves problemas presentes

07 feb 2014 . Actualizado a las 18:12 h.

Educar no es enseñar materias. Inculcar respeto, sensibilidad y valores, y preparar a niños y jóvenes para afrontar un futuro con momentos felices pero también con situaciones complicadas es un «bello reto» con el que los adultos, además, deben aprender que educar también es educarse a uno mismo.

Así lo cree el psicólogo forense y ex Defensor del Menor Javier Urra, que ha subrayado la importancia de la educación para afrontar graves problemas presentes -desde las drogas y el abuso del alcohol hasta el machismo en los jóvenes-, pero también para preparar a niños y adolescentes para un futuro que les deparará, en muchos casos, dilemas morales o rupturas afectivas.

Según Urra educar es un «bello reto» en el que es fundamental que los adultos -padres o docentes- estén abiertos a hablar con los menores, acercarse a la visión que éstos tienen del mundo, y sobre todo «aprender», de ellos y de sí mismos. «Educar es educarse uno mismo», insiste.

Para empezar, el papel del adulto ante el menor no debe ser el de la potestas (poder reconocido) sino de la auctoritas (capacidad moral para influir), debe nacer «de la moral y la ética personal», porque los niños y jóvenes beben del ejemplo que les da su entorno.

Y a partir de ahí la educación debe abrirse a un amplio abanico de factores: desde aprender respeto -por los demás y por uno mismo-, hasta saber afrontar las emociones y relativizar los problemas, poniéndole «sentido común a la vida».

«Todo es educación», insiste el psicólogo, que advierte de que es necesario preparar a los chavales para la sociedad en la que han de vivir, sabiendo que puede que se enfrenten a dilemas morales (en cuestiones como, por ejemplo, el aborto o la eutanasia), a pérdidas de seres queridos o incluso a rupturas afectivas.

«¿Les estamos preparando para eso, para afrontar rupturas desde el respeto y el afecto?», se pregunta, y recuerda los muchos casos de «separaciones mal llevadas» o las «utilizaciones bastardas de los hijos». «Hay mucho por hacer».

Con todo, hay aspectos en los que Javier Urra cree que hay que trabajar con más urgencia, uno de ellos el machismo, que, alerta, está mucho más arraigado de lo que se cree entre los menores.

«Hay muchos jóvenes que son profundamente machistas. ¿Por qué aún hay quien cree que los celos son amor?», se pregunta, antes de advertir de que, según su experiencia como psicólogo forense, no es cierto que quien mate a su pareja lo haga por un trastorno transitorio, y en muchos casos de poco sirve una medida de distanciamiento.

Igual que el machismo sigue siendo un problema que no se está erradicando entre los jóvenes -«algo no estamos haciendo bien», opina-, hay otras preocupaciones en las que hay que trabajar, como el consumo masivo de alcohol y las drogas en menores.

Otra prioridad es combatir el suicidio, que es la segunda causa de muerte de los jóvenes en Europa. «Los jóvenes se quiebran con facilidad», asegura, y en ese sentido remarca la necesidad de educar demostrando los sentimientos, porque «muchos padres quieren a sus hijos, pero no lo transmiten».

Y de la misma manera propone inculcar el respeto al mayor, porque en una sociedad en la que la esperanza de vida es cada vez más alta en muchos casos los ancianos dependerán de quienes hoy son menores. «¿Estamos educando en el cariño a los más mayores? Sabemos que hay cosas que van a pasar, y no lo estamos abordando», avisa.

Urra afirma que, en todo caso, hay que educar también en lo positivo «en una sociedad que a veces sólo remarca lo negativo», enseñar a dar las gracias -aunque parezca una obviedad- y hacer de la esperanza casi una «obligación ética».