Un libro recoge las fotografías de época de los difuntos

XOSÉ MANOEL RODRÍGUEZ OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

RAMON GODAS

La investigadora Virgina de la Cruz incluye a varios retratistas gallegos

01 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En una sociedad en la que se realizan millones de fotografías al día en todo el mundo, y que las cámaras de cualquier móvil o tableta están prestas para el disparo rápido, no hay sitio para una de las manifestaciones que antaño fueron práctica habitual en el día a día de los artistas de la luz: la fotografía post mortem. Las fotos de los difuntos fueron, sobre todo en la sociedad de finales del XIX y primera mitad del siglo XX, una constante en la sociedad gallega: por la pérdida de un ser querido del que la familia no poseía retrato alguno, en muchos casos la muerte de un niño del que no existía ningún documento gráfico por su corta edad; por las imágenes del fallecido para enviar a los familiares en la emigración -cuando no para aportar como prueba de la muerte, por motivos económicos o hereditarios-; o porque los entierros y velatorios eran manifestaciones sociales recogidas por los fotógrafos. De la tradición de las fotografías de difuntos, de su historia y evolución trata la obra El retrato y la muerte. La tradición de la fotografía post mortem en España.

El libro editado por Temporae, que se presentará la próxima semana en Madrid, es un resumen del trabajo desarrollado por Virginia de la Cruz Lichet (Chartres, 1978), investigadora y profesora de Arte Contemporáneo e Historia y Teoría de la Fotografía en la Universidad Francisco de Victoria (Madrid).

Muy ligada a Galicia

La tesis doctoral de Virginia de la Cruz se centró en el estudio de la fotografía post mortem, y durante el tiempo en que desarrolló el proyecto, la investigadora recorrió archivos de muchas instituciones gallegas, del Museo de Pontevedra al CGAI, de conocidos fotógrafos y colecciones particulares. El libro incluye un total de 185 ilustraciones, 175 fotografías y 10 documentos originales, y junto a imágenes de retratistas de todo el Estado, hay materiales de coleccionista adquiridos por la investigadora en países como Francia o Estados Unidos. En el libro aparecen originales de fotógrafos gallegos, o asentados en Galicia, como Ramón Godás, Pedro Brey, Ramón Caamaño, Luis Chao, José Moreira, Joaquín Pintos, Pacheco, Maximino Reboredo o Francisco Zagala. Entre las fotos incluidas, figuran un buen número de imágenes de niños -en el caso de Galicia porque la epidemia de sarampión de 1893 dejó un reguero de víctimas-, y un trabajo de Luis Chao de un álbum fotos de una mujer con imágenes en vida, muerta, del cortejo fúnebre y del entierro.