Tarcisio Bertone: Futbolero, señor de los anillos y el más influyente de los purpurados

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

02 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Tiene en su poder el anillo de Benedicto XVI, anulado pero no destruido, y será el encargado de colocar uno nuevo en el dedo del futuro papa. Tarcisio Pietro Evasio Bertone (Romano Canavese, Turín, 1934) es el cardenal de la curia en que Benedicto XVI había delegado las más elevadas tareas de gobierno. Acumula un enorme poder como camarlengo (administra los bienes de la Santa Sede) y jefe de Estado del Vaticano, equivalente a primer ministro.

Ese poder, ampliado día a día por el papa emérito desde el 2006, emana también del control que ejerce sobre el Banco Vaticano, al estar al frente de la Comisión Cardenalicia, el poder fáctico de la institución además de su director, nombrado por Ratzinger precisamente para limitar el de Bertone, que se le había ido de las manos. En la curia romana es miembro además de las congregaciones para la Doctrina de la Fe, el Clero, las Iglesias Orientales, los Obispos y la Evangelización de los Pueblos.

Nadie acumula tanto mando como él a pesar de que mantiene desde hace años una incómoda pugna con Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, en la lucha de poder más evidente y desestabilizadora del Vaticano.

Salesiano y doctorado en Derecho Canónico, Bertone tiene un vicio confesable: el fútbol. Hincha de la Juve, cuando era arzobispo de Génova retransmitía partidos para una radio local. Ya en el Vaticano creó un sorprendente proyecto, la Clericus Cup, un torneo que disputan los sacerdotes y que el propio Bertone sueña con que sea el embrión de un equipo profesional para el Calcio.

Pese a su perfil futbolero, el cardenal no entra a priori en la quiniela de papables. Demasiados adversarios en la cordada de la vieja guardia, fieles a Sodano, su gran adversario en la curia.

No obstante, el custodio del anillo de poder mantendrá su influencia durante la sede vacante. En teoría, camarlengo y Colegio Cardenalicio (con Sodano al frente) se reparten ahora las funciones de mando, pero con matices. Con la renuncia de Benedicto XVI cesan temporalmente todos los altos cargos del Vaticano: jefes de dicasterios, consejos pontificios... Incluso Bertone pierde su poder como jefe de Estado, pero no como camarlengo, que en este período pasa a ser curiosamente el jefe de Estado en funciones.