Un investigador gallego publica el primer mapa mundial de los acuíferos

Raúl Romar García
Raúl Romar LA VOZ

SOCIEDAD

Las aguas subterráneas influyen en el clima del planeta, según se publica en «Science»

22 feb 2013 . Actualizado a las 12:26 h.

Un equipo internacional, en el que ha participado el investigador de la Universidade de Santiago Gonzalo Míguez Macho, ha publicado el primer mapa mundial de la profundidad de las aguas subterráneas. La investigación, en la que se han dedicado varios años de recogida de datos en archivos gubernamentales y en la literatura científica, se publica en la revista Science. Disponer de una visión global de la distribución de los acuíferos y su profundidad tiene una enorme importancia para los estudios del clima, ya que las aguas subterráneas influyen directamente en los ecosistemas terrestres y en el clima. «Tienen una incidencia directa en el ciclo del carbono y del agua, lo que influye en el clima», explica Míguez, quien también destaca la necesidad de que esta información se tenga en cuenta a partir de ahora en las proyecciones de cambio climático, algo que no sucede. «Si cambiamos las condiciones de la capa freática, tendrá consecuencias en el clima», advierte el investigador gallego.

El trabajo revela que entre el 22 % y el 32 % de la capa freática es poco profunda, lo que influye directamente en los ecosistemas terrestres. Por un lado, esta agua es la que nutre a los ríos y preserva a los árboles y la vegetación de la sequía y, por otro, es la que permite la transpiración y la fotosíntesis en las plantas, lo que, a su vez, permite a los organismos vegetales absorber el dióxido de carbono que se libera a la atmósfera. La acumulación de agua en el subsuelo a escasa profundidad también favorece la creación de humedales, que son grandes emisores de metano, un potente gas de efecto invernadero.

El trabajo abunda en la necesidad de mantener el equilibrio de las aguas subterráneas, ya que si se explotan más de la cuenta para regadíos se pierde la conexión del agua con la superficie, con lo que se reduce el caudal de los ríos y se empobrece la vegetación. «Cada vez se extrae más agua para regadío y esto tiene que tener un control», advierte Gonzalo Míguez.