Oscars 2013: «No», la película que narra el final de la era Pinochet

Dpa

SOCIEDAD

El chileno Pablo Larraín buscará arrebatarle la estatuilla de la mejor película extranjera a Michael Haneke

20 feb 2013 . Actualizado a las 19:51 h.

No, la película chilena que narra el plebiscito de 1988 a Pinochet, no ha hecho más que darle alegrías a su director, el chileno Pablo Larraín, que no puede ocultar el orgullo por haberse convertido en el artífice de la primera producción chilena que aspira al Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa.

La más alegre de la cuatro cintas del realizador relata como se gestó la campaña de publicidad que acabó expulsando del poder al dictador Augusto Pinochet (1973-1990) en un referéndum celebrado en 1988. «Todo el mundo sabe cómo llegó Pinochet al poder, pero nadie sabe cómo salió», explicó en entrevista con Dpa el realizador a su paso por Madrid, donde se acaba de estrenar comercialmente la cinta.

«La publicidad puede ser muy corrosiva y éste es uno de los pocos casos en que la publicidad le hizo un buen favor a la democracia. Hoy las campañas tratan al candidato como si fuera un producto. Al fin y al cabo, la publicidad existe para conseguir beneficios, pero en política el peligro es que se está jugando con el destino de la sociedad. En una campaña hoy lo más importante es la imagen y cómo se dicen las cosas, pero nunca las ideas», explicó el realizador, que conoce de primera mano mundo de la publicidad.

Con el mexicano Gael García Bernal al frente de un reparto, en el que no faltan sus incondicionales Alfredo Castro (su antiguo profesor) y Antonia Zegers (su esposa), No cierra una involuntaria triología sobre la dictadura tras Tony Manero y Post Mortem.

«Las películas que he hecho están rodadas a partir de personas que son víctimas de los procesos políticos y cuentan cómo estas personas se relacionan con las dictaduras. La primera era un asesino en serie y la segunda un tipo que trabaja en la morgue donde hacen la autopsia a Allende, esta es una historia de un triunfo complejo, es la historia de cómo una sociedad se organiza para echar a una dictadura», explicó el realizador, que tomó como base para la película la obra de teatro El plebiscito, del chileno Antonio Skármeta.

En opinión del realizador, a pesar del entusiasmo que consiguió generar la victoria del «no», todavía quedan muchos temas pendientes de resolución de aquella época. «Triunfó el 'no' y llegó la gran alegría de sacar al dictador y abrazar la democracia. Pero es verdad que también ganó algo del 'sí'. Ganó su modelo económico, la Constitución de Pinochet que todavía está rigiendo... Tuvimos que negociar y la consecuencia es que no fuimos capaces de juzgar a Pinochet, que murió libre y millonario. Y los que entonces torturaban están libres hoy también. Cuando la justicia no llega, las heridas siguen abiertas».

A Larraín se le ha reprochado que aborde estos temas siendo hijo como es de un senador pinochetista. «Sí hubo un sector de la cultura de izquierdas que no resistió que una persona de una familia de derechas hiciera películas políticas», señaló el cineasta, que se considera una persona de izquierdas y que admite que comparte algunas de las críticas a su primera película, La Fuga, que era «bastante imperfecta». «En Chile, apostilló, hay temas sensibles y hay personas que quieren películas que legitimen lo que piensan de esos procesos políticos». El cine de Larraín sin embargo es más ambiguo, busca sin duda provocar más. Y esa opción parece no ser haber sido desacertada al parecer no sólo de los miembros de la Academia de Hollywood, sino también de los diversos jurados de festivales por donde ha pasado.

No se hizo con el máximo premio del Festival de La Habana, el premio Coral, «por su inteligencia para abordar un momento del pasado de Chile que nos permite entender su presente», según el jurado.

Larraín no es sin embargo el primer realizador chileno que llega a la ronda final de los Oscar en los 35 años que se entrega este premio. Miguel Littín concurrió en esta misma categoría de mejor película extranjera en 1976 con la mexicana Actas de Marusia y en 1983 bajo bandera nicaragüense con Alsino y el cóndor, (año en que levantó el trofeo Volver a empezar, del español José Luis Garci).

Este año, además, no es el único chileno que se paseará por la alfombra roja de los Oscar: el director de fotografía Claudio Miranda también aspira a una estatuilla por La vida de Pi, de Ang Lee.

No obstante, Larraín no lo tendrá fácil, pues compite con la candiense War Witch, la danesa Un asunto real, la noruega Kon-Tiki y sobre todo la austriaca Amor, que parte como favorita.

El drama que ha dirigido Michael Haneke opta en total a cinco estatuillas, entre ellas la de mejor película y mejor director.

Haneke estuvo a punto de recoger el cotizado galardón en 2010 con La cinta blanca, pero entonces el argentino Juan José Campanella dio la sorpresa al alzarse con el Oscar por El secreto de sus ojos. Queda por ver si la noche del 24 otro latino se queda con el premio.