La expropiación que se quedó en rotonda

P. V.

SOCIEDAD

Forest Lu / Efe

Una pareja de ancianos chinos vive en medio de una autopista al no poder llegar a un acuerdo con el Gobierno sobre una compensación adecuada

28 nov 2012 . Actualizado a las 04:39 h.

China nos tiene acostumbrados desde tiempos inmemoriales a hacer proezas por todo lo grande. La muralla más larga, el mayor canal artificial, la línea de tren de alta velocidad con más kilómetros, el puente colgante más alto y largo, la construcción del edificio más alto en solo 90 días. Ahora parece querer eclipsar también a todos eses gallegos que, paciente y creativamente, han dedicado grandes esfuerzos a crear con maestría chapuzas dignas de admiración.

En Wenling, el Gobierno chino ha propiciado una chapuza por todo lo grande cuando se proponía a construir una avenida hasta la estación de tren de la ciudad. Las autoridades no tuvieron problemas para negociar con la mayoría de los propietarios de los edificios de la zona, pero uno, Luo Baogen, se hizo el duro. Nada convencido por la compensación, muy inferior al precio que había pagado en 2001 por la adquisición del inmueble, el dueño de la vivienda de cinco pisos exigió que se respetase su edificio. Y lo consiguió.

Incapaz de derribar el edificio, el Gobierno chino siguió adelante con la construcción de la avenida, convirtiendo el hogar de Luo Baogen y su esposa en una rotonda habitable en medio de un río de asfalto con cuatro carriles en cada sentido.

El caso, aunque de los más mediáticos, no es nuevo. La prueba es que en China tienen incluso un nombre para las viviendas que sus propietarios se niegan a abandonar: «casas clavo» («dingzihu» en chino).

De momento, la vivienda de Luo Baogen seguirá ahí clavada hasta que las autoridades acepten una compensación económica mayor, que les permita al menos reconstruir la casa en otro lugar.