Las vacunas no son sólo para niños

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SOCIEDAD

Los expertos advierten de la necesidad de que los adultos reciban dosis de recuerdo para no sufrir enfermedades prevenibles como el sarampión o el neumococo

11 nov 2012 . Actualizado a las 21:01 h.

¿Cuándo fue la última vez que se vacunó? Evidentemente, la respuesta dependerá de la edad del paciente. Si es un niño o una persona mayor de 65 años es casi seguro que todavía tenga reciente el pinchazo de la aguja, al igual que si es una persona con alguna patología asociada, como diabetes o problemas respiratorios. Sin embargo, el resto de los adultos tendrá que hacer esfuerzos para recordarlo. Una situación que la comunidad sanitaria pretende cambiar. Y es que para los expertos, la vacunación en adultos también es necesaria, ya que reduce las muertes en este colectivo de enfermedades prevenibles.

Las vacunas son el mayor avance en la historia de la medicina. Su implantación ha conseguido erradicar enfermedades tan graves como la viruela o disminuir significativamente otras como la difteria, el tétanos, la poliomielitis o la rubéola. «Las vacunas logran una protección individual, reducen el riesgo de transmisión e incluso erradican una enfermedad», explica el doctor Ángel Gil, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública, durante la celebración del encuentro «Inmunización en adultos ¿Un reto por alcanzar?», organizado por Pfizer.

Para la doctora Berta Uriel, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH), es necesario romper una serie de creencias que se han instalado entre amplios segmentos de la población. Por ejemplo, que la vacunación es cosa de niños. O que solo son necesarias en caso de declararse una pandemia, como lo ocurrido con la gripe A. Pero Uriel también se muestra autocrítica: «Los médicos tenemos que abandonar la tendencia a considerar que las vacunas solo son competencia de los pediatras».

Y es que los adultos no están exentos de sufrir enfermedades atenuadas gracias a las vacunas como la gripe o el neumococo. En 2010 y 2011 hubo en España un brote de sarampión. Un tercio de los afectados (el 32,1%) era mayor de 19 años. Estos casos en adultos se producen porque muchos no fueron vacunados durante la infancia. En otras ocasiones, porque deben recibir dosis de recuerdo de otras enfermedades.

Pero ¿por qué no se vacuna este colectivo? Según una encuesta realizada por un equipo de trabajo dirigido por el doctor Juan José Picazo de la Garza, presidente de la Sociedad Española de Quimioterapia, Infección y Vacunas, la principal razón era el miedo a caer enfermo tras vacunarse (12,5%) y el no considerarse persona de riesgo por no haber cogido nunca la gripe (12,5). En tercer lugar se situaba el miedo a los efectos adversos (10%) y las dudas sobre la eficacia de la vacuna (7,5%).

Personal sanitario

Otro problema añadido es la escasa vacunación entre el personal sanitario a pesar de ser un colectivo de riesgo por estar en contacto con enfermos. En España el porcentaje de profesionales que se vacunan contra la gripe es del 25%. En Estados Unidos, cuyo porcentaje es del 70%, se pretende que para 2020 el 90% de los sanitarios se vacunen contra la gripe. Los motivos esgrimidos por este colectivo para no cumplir con las medidas preventivas son la no preocupación por el contagio (19%) o no considerarse persona de riesgo (18%).

Los calendarios infantiles de vacunación han logrado inmunizar a gran parte de los niños. Sin embargo, han creado la percepción de que estas vacunas se terminan en la infancia. Un error que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) trata de subsanar al recomendar la vacunación de los adultos con dosis de recuerdo para enfermedades como la difteria, el tétanos y la tosferina, además de la gripe y el neumococo para las personas de riesgo por una patología asociada.

La mayoría de las enfermedades no están erradicadas, por lo que el peligro sigue latente. Los expertos recuerdan que en cuanto la vacunación disminuye, la enfermedad reaparece. Por eso advierten sobre la amenaza que supondría eliminar algunas vacunas del calendario infantil por ahorrar costes en estos tiempos de recortes. «En el momento que bajamos la guardia nos encontramos la enfermedad. Y con la crisis podemos llevarnos algunos sustos», asegura el doctor Ángel Gil.

«Los calendarios vacunales de las Comunidades Autónomas tienen un alto grado de eficiencia, están bien establecidos y concuerdan con las recomendaciones científicas», afirma Xurxo Hervada, subdirector general de información sobre Salud y Epidemiología de la Consejería de Sanidad de Galicia. Ante la posibilidad de modificar el calendario de vacunas, Hervada recuerda que los cambios deben responder a criterios de efectividad de la vacuna, carga de la enfermedad y aspectos éticos y no solo a cuestiones económicas. «Las vacunas no deberían estar en el debate de los recortes», concluye.