Las Pussy Riot, en el banquillo

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Improvisaron un concierto en el altar de la principal catedral de Rusia pidiendo a la Virgen que eche a Putin

17 ago 2012 . Actualizado a las 19:59 h.

Tras las vistas preliminares celebradas a partir del pasado día 20, ayer comenzó en Moscú el juicio contra las tres integrantes del grupo punk ruso Pussy Riot. Ekaterina Samutsévich, María Aliójina y Nadezhda Tolokónnikova, de 29, 24 y 22 años respectivamente, están acusadas por la Fiscalía rusa de «vandalismo» y se enfrentan a una posible pena de siete años de prisión.

El pasado 21 de febrero interpretaron en el altar de la catedral de Cristo Salvador de Moscú, centro de las principales celebraciones, una irreverente canción pidiendo a la Virgen María que eche del poder al presidente Vladímir Putin. Iban ataviadas con máscaras multicolores y ropa poco decorosa para un lugar que los creyentes rusos consideran sagrado.

«Cometimos una falta ética, puede que no tuviéramos derecho a invadir un lugar de ritos religiosos. Pero el que no reconozcamos nuestra culpa, según los cargos del código penal que se nos imputan, no significa que no estemos dispuestas a pedir perdón», manifestó Tolokónnikova ante el tribunal. De acuerdo con su declaración, «nuestra culpa es de carácter exclusivamente ética, quiero subrayarlo, y no penal. No teníamos la intención premeditada de ofender a nadie, ni a los creyentes, ni a la Iglesia, ni a Dios». Según sus palabras, «nos permitimos reaccionar de esa manera al lamentable llamamiento del patriarca Kiril -cabeza de la Iglesia Ortodoxa rusa- para que la gente votase a favor de Putin».

Aliójina, por su parte, aseguró no sentir odio hacia los creyentes ortodoxos, tal y como figura en la acusación: «Yo misma soy de religión ortodoxa, pero defiendo en política puntos de vista diferentes (.) creí que nuestra Iglesia ama a todos sus hijos por igual, pero hemos constatado que su amor se manifiesta solamente en relación con quienes apoyan a Putin».

Samutsévich fue más dura que sus compañeras al denunciar que el juicio contra ellas «significa el comienzo de una campaña de medidas represivas dirigidas a reducir, mediante el miedo, la actividad política de la población». El proceso tiene lugar en el juzgado del distrito moscovita de Jamóvniki, el mismo en donde se celebró la segunda causa seguida contra el que fue patrón de Yukos, Mijaíl Jodorkovski, considerado un 'prisionero' de Putin por meterse en política.

Vista sin cámaras

En un principio se había previsto que el juicio contra Pussy Riot tuviera carácter abierto y que incluso se retransmitiera a través de Internet, pero la acusación ha solicitado que se restrinja en la sala de audiencias la presencia de cámaras fotográficas y de vídeo. La jueza, Marina Sírova, satisfizo ayer tal petición.

Las tres jóvenes han recibido el respaldo de artistas, opositores y defensores de los derechos humanos rusos y también de músicos de talla mundial como Sting y el conjunto Red Hot Chili Peppers. Amnistía Internacional las ha declarado «prisioneras de conciencia».

Tres componentes del grupo, que no pudieron ser identificadas por la Policía y se encuentran en libertad, dieron una entrevista al rotativo británico 'The Guardian' que apareció el domingo. «Putin nos tiene miedo, ¿se lo pueden imaginar?. Un dictador tan importante como él teme a chicas como nosotras, teme a la gente», decía una de las jóvenes, oculta tras el pseudónimo Bielka.

Samutsévich, Aliójina y Tolokónnikova llevan encerradas desde marzo y la jueza prolongó la semana pasada su prisión preventiva sin derecho a libertad bajo fianza hasta enero de 2013. El país está dividido entre quienes defienden su liberación inmediata, pese a que admiten que su comportamiento fue reprobable, y los que consideran que la mejor forma de evitar que se repitan acciones similares es con un buen escarmiento.

Entre éstos se encuentra el patriarca Kiril, quien cree que el «ultraje» cometido por Pussy Riot forma parte de la peor campaña anticlerical habida en Rusia desde la caída del comunismo.

Apoyo de las feministas ucranianas

El pasado jueves, Yana Zhdánova, activista de la organización ucraniana Femén, se abalanzó desnuda de cintura para arriba sobre el patriarca de la Iglesia Ortodoxa rusa, Kiril, a su llegada a Kiev. Protestaba así contra el encarcelamiento de las rockeras rusas de Pussy Riot y el «vergonzoso juicio» que acaba de iniciarse contra ellas.

Jóvenes de grupo feminista ucraniano fueron también protagonistas, en marzo, de un pronunciamiento en top-less en el exterior de la catedral de Cristo Salvador de Moscú, pero no llegaron a ser detenidas.

Menos de tres meses después, el día de los comicios presidenciales, tres integrantes de Femén se desnudaron en el colegio electoral donde acababa de votar Vladímir Putin. Fueron detenidas, condenadas a prisión menor, expulsadas del país y consideradas personas 'non gratas', lo que significa que no podrán volver a poner jamás el pie en Rusia.