La montaña de oro

SOCIEDAD

JOSE MANUEL CASAL

Cuarzo y arsenopirita son los minerales que marcan el rastro del oro en la mina de Corcoesto

01 may 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El rey Midas pudo haber pasado por Corcoesto, en el municipio coruñés de Cabana de Bergantiños. De no ser un personaje de fábula, podría haber parado por ahí porque, en la montaña que abarca el Pozo do Inglés, Cova Crea, Petón do Lobo y Picotos, hay oro. Seis geólogos, dos ingenieros de minas y en torno a una cuarentena de operarios de la empresa Mineira de Corcoesto (antes conocida como Río Narcea Gold Mines), filial de la compañía canadiense Edge Water, emprendieron la aventura de buscarlo hace ya varios años. Su labor es certificar que hay mineral como para lanzarse a una aventura mucho mayor, la de poner en marcha una mina que requiere una inversión estimada de unos cien millones de euros.

La explotación va acompañada de un proyecto de recuperación del medio. «Repoblaríamos con árboles autóctonos y también lo combinaríamos con una zona de pradería y un lago artificial. Estamos en contacto con grupos naturalistas para que nos aconsejen y asesoren a la hora de recuperar el medio», explica el responsable de la empresa en España, Lluís Boixet.

El trabajo que hacen es cuidadoso, distinto al que hacían los pioneros del Lejano Oeste o los garimpeiros de la Amazonía. En Corcoesto no hay platos de cobre que hacer girar y girar para hallar una pepita. Hay un total de cinco máquinas para hacer sondeos. El banco pide que se hagan cada 25 metros para tener la garantía de que invertir en el proyecto es seguro.

Las máquinas están distribuidas en puntos diferentes de la montaña. Y cada cata que hacen estas perforadoras con boca de diamante en la punta se marca en un mapa colorido que cuelga dentro de la nave en la que los geólogos describen las características del mineral extraído.

Son trozos cilíndricos que, ordenados en varias cajas de madera, son trasladados desde la montaña a la nave. En cada una va marcada con rotulador la distancia a la que fue hallada cada prueba. La mayor parte de las rocas son esquistos -piedra parecida a la pizarra que es marrón y gris- y neis -con aspecto de granito deformado- y cada una tiene que ser descrita al detalle por los geólogos.

Trabajan con una pequeña lupa que permite ver al milímetro el tipo de mineral. Son los modernos buscadores de oro. Y cuando hallan un rastro que puede conducirles a unos gramos de ese preciado metal lo marcan en rotulador rojo para luego mandarlo a analizar. «Cada muestra va a Sevilla», explica David Rodríguez, uno de los geólogos. Los testigos de roca que se envían cada mes son unos 2.000.

Las huellas del oro son fáciles de ver. El material puro no está a la vista. Lo que se observa es el cuarzo y la arsenopirita, que son minerales que conviven en la roca asociados al oro. «El cuarzo que hay en esta zona tiene un color azulado», concluye.

E indica una muestra. Es un trozo de roca bastante ancho. Más de diez centímetros de cuarzo flanqueado por dos vetas gris plata. «Es un buen filón», explica este experto.

El testigo de roca, igual que todos los que envían a analizar, se corta a la mitad. Una parte viaja a Sevilla y la otra se queda en Cabana. «Aunque es el laboratorio el que concluye el oro que hay, hacemos la estimación ya antes de enviar la prueba, porque hay que enviar los resultados a Canadá», dice.

El resultado es bueno. En Corcoesto, en Cabana de Bergantiños, parece que está la montaña de oro.

EN Corcoesto (Cabana de Bergantiños) UN Jueves DE 11.30 a 12.30 horas