Parches para la academia

José Carlos Bermejo

SOCIEDAD

14 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Había en Atenas un viejo barco varado que se creía la nave del héroe Teseo. Según se iba pudriendo se le cambiaban las piezas, de modo que al final no quedó nada del antiguo barco. Aristóteles se preguntó: «¿Es acaso la misma nave si en ella ya no queda nada del original?».

El ministro de Educación propone ahora, con el fin de solucionar la grave situación de la universidad española, una medida similar a la ateniense: en vez de reformarla globalmente con una ley orgánica actualizada y racionalmente redactada por el Parlamento, ha decidido nombrar una comisión de variopintos expertos, con o sin experiencia en el gobierno académico, con conocimientos en economía y en campos tan diversos como la física teórica, la óptica, el control de los medios de comunicación, las membranas celulares o el derecho internacional (pero ninguno de ellos en humanidades), que dictaminen cómo será mejor poner parches.

Parches para recortar la financiación, restringir el número de alumnos, retocar sin cambiar radicalmente los criterios de selección del profesorado, o mejorar la calidad docente que el sistema de Bolonia se está encargando de degradar aún más. Se quiere mantener todo el sistema legal de las universidades subvirtiéndolo desde dentro, como en el caso de los órganos de gobierno y cargos académicos que pasarían de ser elegidos a nombrados, cambiando artículos o trozos de artículos de la ley fundamental para implantar el sistema de la gobernanza, con el fin de evitar el debate público de la comunidad educativa. Y se pretende hacerlo en aras de ideas vacías como la eficacia empresarial en la función pública, la internacionalización de una supuesta docencia cosmopolita en la que los alumnos anglosajones vendrían a España a estudiar mejor en inglés y el cosmopolitismo de unos profesores a los que se le ha negado el derecho de traslado como funcionarios y que están secuestrados en sus correspondientes autonomías. Con tal coherencia, cabe esperar que el resultado obtenido por los variopintos expertos nombrados por el ministro coincida con lo que él mismo ya sabía desde el principio.