El arzobispo de Canterbury anuncia su marcha con la Iglesia anglicana al borde de la ruptura

imanol allende LONDRES / CORRESPONSAL

SOCIEDAD

El sector más tradicionalista le acusa de un mandato demasiado liberal, sobre todo en la ordenación de las mujeres y homosexuales obispos

17 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Rowan Williams, el 104.º arzobispo de Canterbury, primado de la Iglesia de Inglaterra y líder espiritual de la comunidad anglicana compuesta por 77 millones de fieles, abandonará su cargo al final del 2012 tras diez años de mandato. El sector más tradicionalista de la Iglesia anglicana reaccionaba si no con satisfacción, sí con cierta indiferencia, ya que le acusan de un mandato marcado por un tinte liberal, en particular en torno a la ordenación de mujeres y homosexuales obispos. Williams comunicó su decisión a la reina Isabel II, cabeza de la Iglesia de Inglaterra.

«Ha sido un inmenso privilegio servir como arzobispo de Canterbury durante la última década, y tomar esta decisión no ha sido fácil», indicaba en el comunicado emitido por su residencia oficial en Lambeth Palace, y agregaba que «durante el tiempo que queda hay mucho que hacer, y pido vuestras oraciones y respaldo en este período y más allá». El comunicado también señalaba: «Mi sucesor tendrá que mirar con ojos positivos y de esperanza a una Iglesia que, con todos sus problemas, es para mucha gente un refugio en tiempos de crisis». A partir de enero, William dirigirá la facultad Magdalene College, de la Universidad de Cambridge.

En sus años como primado -lo fue por pura casualidad, por su renombre académico, no por ambición personal-, Williams tuvo que esforzarse por evitar un cisma -aún es una amenaza- en la Iglesia anglicana; por dos motivos, la ordenación de mujeres sacerdotes y obispos, y la ordenación de obispos homosexuales. Inevitablemente, han surgido dos corrientes muy enfrentadas, la liberal representada por el clero de Europa, Estados Unidos y Canadá, y otra tradicionalista que ha arraigado en Asia, África y Sudamérica. Estos últimos, reforzados por su alto número de fieles, han acusado en repetidas ocasiones a Williams de servir a los intereses liberales, viéndose obligado a ofrecer a todo aquel miembro de la Iglesia anglicana que no esté conforme con contar con un obispo homosexual, la posibilidad de unirse al catolicismo. En julio, el sínodo general de la Iglesia de Inglaterra debatirá la legislación sobre la ordenación de mujeres obispas.

Para muchos, el mayor fracaso de Williams ha sido el de no defender lo suficiente la Iglesia de Inglaterra como una de las instituciones sobre las que se alza la cultura anglosajona.

Pero no todo fue negativo en su mandato. Williams tuvo también ocasiones para brillar, como en la reciente boda del príncipe Guillermo o cuando visitó en Zimbabue al presidente Mugabe para pedirle que dejara de perseguir a sus fieles.