Mami: cuarenta años en La Manchica, primero como sala de fiestas y en la actualidad como discoteca
SOCIEDAD
Luis García Pérez (o José Benito, como dice su carné de identidad) es en la actualidad el dueño de Mami, una discoteca ubicada en La Manchica, a quince kilómetros de la capital ourensana. Hace cuarenta años él no era su dueño y no se llamaba como ahora. Su padre fue el que montó el local. Una sala de fiestas que se llamaba el Progreso. Era finales de los años sesenta. Todos los domingos había orquesta de seis a diez de la noche. Luis tenía entonces 15 años y fue a los 17 cuando decidió utilizar la sala que había justo encima de la de fiestas y montar una discoteca. Eran principios de los setenta y recuerda como había días que iban 6 personas (mientras la sala de fiestas estaba llena). «Estaba mal vista, porque era muy oscura y antes las mujeres no debían ir a estos sitios», relata.
Y fue de un día para otro. En 1975 la sala de fiestas de su padre tuvo que cerrar y hasta la discoteca llegaban más de 300 personas desde la capital ourensana. Asegura que aún hoy no se explica por qué sucedió todo. Entonces le cambió de nombre, «Duliáns», en honor a su madre que se llamaba Obdulia. Los 300 metros abiertos al público se convirtieron en 1.800. «Tuvimos que ir adaptándonos a los tiempos, quitando pilares, dejando zonas más abiertas e ir decorándolo según los tiempos», explica. Y la discoteca cambió de nombre todavía dos veces más, siempre en honor a su madre. En 1988 fue «Mami Obdulians» (un cambio al cumplir 25 años) y en el 2000 se quedó únicamente con «Mami», nombre que recibe en la actualidad.
Asegura que no corren tiempos buenos, pero también explica que ha habido muchos así a lo largo de todos estos años. «No existe una receta mágica. A veces parece que cambias dinero por dinero, sin ganar nada», comenta para añadir que de todas maneras, hay que seguir con el negocio.
Lleva desde los 17 años y ahora tiene 52 y todavía no sabe explicar qué es lo que hay que hacer para que una discoteca mantenga el público fiel a lo largo de los años. La lejanía de Mami con Ourense y las actuales leyes de tráfico han dado, por ejemplo, un duro golpe a la discoteca. Asegura que se ha notado mucho que la gente es ahora más reticente a coger el coche. Algo que no critica, pero que subraya como una realidad. Habrá, por lo tanto, que buscar nuevas vías. Si antes eran los ourensanos (de la capital) los que más acudían al lugar ahora los cliente vienen también de Celanova y hasta de Allariz. Además sus puertas se han abierto a otras actividades. Por ejemplo, dentro de unos días, más de setecientos niños celebrarán en Mami la fiesta del entroido. Lejos quedaron las fiestas con orquesta.