La pequeña ya ha sido intervenida, pero la única solución pasa por hacerle un trasplante
08 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.El pasado viernes Sara cumplió un mes. Desde el día siguiente al de su nacimiento, sus padres buscan un corazón que trasplantarle. Su madre, Marisol Vidal, trataba de recuperarse de la cesárea cuando recibió la preocupante noticia. «Tiene una cardiopatía congénita compleja, que es la peor que puede tener, y además nos dicen que es muy raro, que no suele darse esta enfermedad», explica en el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera, de A Coruña, donde está «todo el tiempo» que puede «aguantar». El relevo se lo da su marido, José Otero López, y sus padres; todos ellos forman una familia que reside en el municipio coruñés de Irixoa. Sara entró en lo que en la terminología de la Organización Nacional de Trasplantes se llama un código cero: esto supone que el posible órgano que aparezca en cualquier hospital de España será para Sara. Lógicamente, siempre y cuando el grupo sanguíneo sea compatible. Un embarazo «normal» Marisol Vidal explica que para su ginecóloga «el embarazo fue totalmente normal» y no vieron nada extraño en el feto, «aunque parece que deberían haberlo visto cuando me hicieron las ecografías» antes de que naciera la niña, apunta su madre como un lamento. «Los pediatras desconfiaron desde el primer momento», sigue relatando, una sospecha que confirmaron el mismo día del nacimiento de la pequeña y trasladaron a los padres al día siguiente: la única solución para salvar la vida de su hija era trasplantarle el corazón. Y así comenzó una espera que cada día que pasa se hace más angustiosa. «Nos han dicho que está la primera de España y si aparece un corazón será para ella», insiste su madre. Mientras espera, a Sara le hicieron una pequeña cirugía, «está intubada y la medicación le afecta, pero negativamente, porque cuanto más tiempo pasa peor se encuentra». El matrimonio tiene otro hijo de 14 años de edad.