La pensión media en el área de Santiago no llega a los 750 euros

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

VAL DO DUBRA

No alcanza la media gallega, aunque entre concellos hay diferencias de hasta 300 euros

26 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Comer, vestir, pagar el agua, la luz, el gas, el transporte y el alquiler de la vivienda o la hipoteca. Ahora muchas veces también las medicinas. Esas son las obligaciones con las que se encuentran los pensionistas del área de Santiago, que disponen para ello de una paga media que no supera los 750 euros. Está comprobado que el dinero ni estira ni encoge, pero a veces parece que sí, porque con esas pensiones, los abuelos no solo se defienden ellos, sino que en estos tiempos que corren incluso echan una mano o directamente mantienen a hijos o nietos estancados en la lacra del paro.

No es mucho dinero, y más si se tiene en cuenta que pese a ser las de Galicia las pensiones que están a la cola en España, la media en la comunidad es más alta que en el área de Santiago, y eso se debe a que en la comarca hay muchas poblaciones rurales en las que los pensionistas cotizaron por la agraria, que apenas da para vivir. Así, si la media en la zona de Santiago es de 729 euros, en el total de la comunidad autónoma alcanza los 863.

Claro que también entre las poblaciones del área hay importantes diferencias; tantas, que lo que cobra un pensionista puede superar en 300 euros lo que cobra otro, y hay que tener en cuenta que los datos actualizados que aporta el Instituto Galego de Estatística se refieren solo a las cantidades medias; es decir, no aporta ni las pensiones más altas ni las más bajas.

Dentro de esa media, las pensiones más altas las cobran los jubilados de Santiago, con 987 euros mensuales; las más bajas las perciben los pensionistas de Tordoia y de Santa Comba, con 611 euros de media. En el grupo de los mejor pagados, pero por debajo de los de Santiago, están los de Teo (921 euros), los de Ames (868) y los de Padrón (809). En la cola, además de Tordoia y Santa Comba están Val do Dubra (619), Trazo (646) y Frades (659).

Y todo ello teniendo en cuenta que cada vez son más los gallegos que viven de una pensión, porque como publicó el Instituto Nacional de Estadística esta semana, el año 2015 fue el que registró el peor saldo vegetativo en Galicia desde 1975, el más bajo de todas las comunidades españolas. Hace ya años que Galicia está en alerta demográfica, con más defunciones que nacimientos, pero el año pasado esa crisis poblacional se extendió al resto de España.

El incremento en las cuotas mensuales fue de un 7 % en los últimos cuatro años

La crisis no solo ha traído un paro sin precedentes, sino también la congelación de los sueldos de los trabajadores, cuando no importantes rebajas en los salarios mensuales. Esa situación afectó también a las pensiones, que aunque no bajaron en los últimos años, sí sufrieron también un parón en los peores años de la recesión económica. Luego hubo un ligero incremento, aunque no tan grande como para que a los jubilados les permitiese recuperarse de lo perdido anteriormente.

En los último cuatro, entre el 2011 y el 2015, las pensiones en la comarca aumentaron un 7 %, aunque ese incremento varió mucho según la zona. En la comarca de Arzúa, por ejemplo, pasó de 662 a 712 euros; en la de A Barcala, de 630 a 637; en O Sar, de 707 a 769; en Ordes, de 654 a 707; en Terra de Melide, de 668 a 709 y en Xallas, de 596 a 615. En la comarca de Santiago -incluyendo Val do Dubra, Ames, Brión, Teo, Boqueixón, Vedra y Santiago-, se pasó en cuatro años de 817 a 919 euros de media.

«Da para ir tirando, pero polo menos cobramos»

Benedicto Ares, de 67 años, cobra poco más de 800 euros, y con ese dinero paga la hipoteca y las facturas, además de cubrir sus necesidades y las de su mujer, María Sánchez. No da para muchas alegrías. «Da para ir tirando, pero polo menos cobramos». Porque el matrimonio es consciente de que tal y como está la hucha de las pensiones y con los jóvenes sin trabajo, el sistema está en la cuerda floja. Viven en Fontiñas, y aseguran que sus vecinos están en una situación similar a la suya. «E iso despois de ter traballado toda a vida», se lamentan.

Un poco más desahogada es la situación de Santiago López, de 72 años. Trabajó todo la vida como pintor y cotizó más de cincuenta años, así que cree que se tiene más que merecida su pensión en torno a los 900 euros, que tampoco le da para hacer maravillas pero que es más alta que la media de la comarca. Reconoce que no sabe lo que va a pasar en el futuro con los jóvenes. «Cos traballos que teñen agora de media xornada non sei como van chegar ao mínimo para cobrar». En su casa, al menos, no hay problema. Sus tres hijos están trabajando, y aunque al más pequeño lo tuvo varios años a su cargo porque estaba en el paro, ahora sí tiene un trabajo digno de jornada completa.

Santiago paga un alquiler, nunca quiso atarse a una hipoteca. «Non como fixeron moitos novos que para casar precisaban casa, coche e de todo. Antes casábamos coas mans no peto e non pasaba nada, meu pai tivo once fillos e saímos adiante». Alguna idea tiene para paliar la sangría del paro, aunque no deja de ser polémica: «Os que traballan os dous con soldos de 4.000 euros podían deixar un deles, porque hai xente que o ten todo e outros que non teñen nada».

Futuro incierto

Por la Alameda de Santiago paseaban ayer jubilados más o menos satisfechos con su retiro tras muchos años de duro trabajo. Dentro de la comarca, son los que tiene las pensiones más altas. Pero a todos ellos les cambia el rostro cuando se les pregunta por el futuro de sus hijos y de sus nietos. Ya dudan que en unos años haya fondos para pagar sus propias pensiones, pero es que están convencidos de que sus vástagos ni las verán de cerca.