El Concello de Teo pide a Cultura la declaración como bien de interés cultural del puente de Pontevea

santiago / la voz

TEO

xoán a. soler

31 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El reconocimiento que garantizará la máxima protección para los petroglifos de Pena Bicuda de Loureiro, Monte do Río de Angueira y Outeiro do Corno ya está encarrilado, una vez que la Administración autonómica acaba de admitir las solicitudes correspondientes que formalizó por el Concello de Teo para que esos conjuntos sean declarados como bienes de interés cultural (BIC). Pero ahora el gobierno teense quiere que la Consellería de Cultura haga lo propio con la solicitud municipal para otorgar esa catalogación al puente de Pontevea, una demanda que está pendiente de resolución por parte del departamento que dirige Román Rodríguez.

El gobierno de Teo manifestó ayer que espera que, al igual que con las referidas a los petroglifos, la Xunta acepte también la solicitud relativa al puente románico, y que agilice en la medida de lo posible su declaración como BIC. Desde el Concello, destacan que el puente sobre el río Ulla que comunica los términos municipales de Teo y A Estrada, en la provincia de Pontevedra, tiene un valor patrimonial innegable y que está vinculado a hechos históricos de gran relevancia, como las batallas de la Guerra de la Independencia. Además, defiende el Ayuntamiento que se trata de un elemento que por sus características arquitectónicas «reúne suficientes condicións para ser recoñecido como ben de interese cultural», subraya.

El puente románico sobre el Ulla fue construido en el siglo XV o XVI. Desde entonces, facilitó la conexión entre el norte y el sur de Galicia. Reconstruido en el siglo XVIII, la estructura del paso elevado presenta seis bóvedas de sillería, levantadas sobre cinco pilas de piedra, en las que son visibles deformaciones respecto a su forma circular. El puente ha sido sometido a lo largo de los últimos siglos a numerosas reformas y arreglos. Según Turismo de Galicia, el último tuvo lugar a principios de los años noventa. Estas reparaciones estaban relacionadas con su condición de única vía de paso para salvar el Ulla, condición que ostentó hasta la construcción del nuevo puente, que fue levantado en paralelo al románico y sobre el que discurre el trazado actual de la carretera.