Ley, divino y escaso tesoro

TEO

11 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Últimamente ya no salgo de mi asombro. Y eso que tras muchos, o quizá demasiados años intentando contar de la mejor forma posible una ínfima parte del mundo que me rodea, la realidad lo supera todo. Con el asombro bien metido en el cuerpo sobre la polémica de los titiriteros, con los casos de corrupción que florecen como baches en Santiago y la pantomima política que nos llega desde Madrid, el tradicional argumento de que las leyes están para cumplirlas también me saca de mis casillas.

Ya sé la cantinela de que una cosa es la ley y otra la justicia (que se lo digan a la víctima de aquella famosa sentencia de la violación y la minifalda) porque también me viene a la mente el refrán de que quien hace la ley hace la trampa. Regresando al presente, aún es pronto para sacar conclusiones, pero las últimas agresiones sufridas en Santiago y cómo puede responder el sistema legal ante comportamientos tan impresentables y delictivos, me da la espina de que no serán ni tan diligentes ni ejemplarizantes como las aplicadas por una pancarta a todas luces cuestionable. Será que tantos años escudriñando la realidad me ha vuelto demasiado escéptica.

Y sigo sin entender, por ejemplo, como alguien acusado de manipular un concurso público hace nueve años, como el contrato del agua en Teo, afronte una petición de condena de inhabilitación de solo ocho. Son prácticamente los mismos que este municipio con el ex edil investigado al mando tardó en elaborar un Plan Xeral plagado de informes, sin que ninguno de ellos estudiase posibles prebendas, y al que las prisas de la Xunta ha convertido casi en papel mojado. Por hoy, me rindo.