De los genes de Carlos I a los de Felipe VI

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

XOAN A. SOLER

Al estudio de consanguinidad de los Austrias que realiza la USC con la ayuda de una artista americana le seguirá una investigación sobre las casas reales contemporáneas

26 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando la artista norteamericana Michelle Vaughan se entusiasmó con los cuadros de Goya y Velázquez e investigó desde el punto de vista artístico las peculiares facciones de la dinastía de los Austrias que reflejan los retratos del Siglo de Oro español, no podía sospechar que al otro lado del Atlántico, en un laboratorio de la Universidade de Santiago, Francisco Camiña Ceballos preparaba su tesis doctoral La consanguinidad en dinastías reales europeas de la Edad Moderna, dirigida por el profesor del departamento de Zoología, Genética y Antropología de la USC Gonzalo Álvarez. El trabajo estudia la relación de la consanguinidad con la fertilidad, la mortalidad, supervivencia y enfermedades que afectaron a la dinastía que gobernó a lo largo de la historia en varios países europeos.

Pero con Internet ya no hay océanos que separen, y Michelle se puso en contacto con el grupo del que también forma parte el profesor Román Vilas y los cuatro pusieron en marcha un curioso proyecto que trata de complementar los estudios genéticos con los análisis de los cuadros para determinar los efectos de la consanguinidad de la casa de los Austrias, que como es sabido quedan reflejados en facciones tan características de la dinastía como la llamada mandíbula de los Habsburgo, los ojos caídos o la ausencia de mejillas. «No son rasgos propios de la consanguinidad, sino que la consanguinidad los acentúa», explica el investigador Camiña Ceballos, que ahora trabaja en Johannesburgo y en Edimburgo pero que, aprovechando una estancia de Michelle en Santiago, solicitó un permiso para que el equipo se reencontrase en las dependencias del CIBUS, en el Campus Vida.

Los investigadores compostelanos, a través de una base de datos de más de 8.000 individuos y mediante algoritmos genéticos, lograron cuantificar el grado de consanguinidad, de tal manera que «el número 0,0625 es el que hay entre primos, y el 0,25 es entre hermanos», indica el profesor Álvarez. En el cuadro de Las meninas, por ejemplo, se pueden estudiar todos esos parentescos entre los miembros de la familia de Felipe IV. El famoso lienzo de Velázquez formaba parte de la pinacoteca que interesaba a Michelle por motivos similares pero con una finalidad diferente. «Michelle realiza copias y copias de los cuadros hasta degradarlos de tal manera que refleja fielmente los efectos de esa consanguinidad», una circunstancia que dio lugar no solo a taras físicas sino también psicológicas, hasta acabar con la propia estirpe de los Austrias.

La galería

Ahora, el laboratorio del grupo en el Centro de Investigaciones Biológicas lo preside una galería de cuadros de los Austrias en la que el grupo corrobora las investigaciones hechas a lo largo de estos años, tanto las de carácter artístico que estudia Michelle como las científicas que analizan los biólogos, y que coinciden todas ellas en una serie de rasgos físicos que se reflejan en los cuadros. «No tenemos muestras de ADN para analizar, pero aunque las tuviésemos, daría el mismo resultado. El ADN se descubrió hace poco, pero la genética es una ciencia que utiliza otras vías», explica el joven Camiña.

El proyecto tiene una tercera pata, la que aporta el equipo de cirujanos maxilofaciales del doctor Florencio Monje Gil, del Hospital Infanta Cristina de Badajoz, que estudió también a los Austrias desde su especialidad.

Los resultados provisionales de una investigación que todavía sigue su curso ya se mostraron en una exposición realizada en Nueva York y quedaron plasmados también en el documental O feitizo xenético dos Austrias, todavía sin estrenar. El grupo quiere ahora organizar una muestra en Santiago. «Sería algo muy original, nunca se hizo una exposición así», indica el joven investigador, en relación al curioso maridaje que se hizo entre historia, arte y ciencia y que fue posible porque «la dinastía de los Habsburgo es un laboratorio genético de consanguinidad», dice Camiña refiriéndose a una serie de intereses económicos, territoriales e históricos que, si bien en un principio proporcionaron a los Austrias un poder sin límites, fue también el origen de su destrucción. Como indica Michelle, son además personajes icónicos del arte, y no solo porque los hayan pintado los mejores artistas del Siglo de Oro, sino porque fueron luego reinterpretados por genios como Picasso.

Otras dinastías

Pero el proyecto no se reduce a los Austrias. El equipo investiga ahora la consanguinidad y la genética de las casas reales que, a diferencia de los Habsburgo, siguen reinando o reinaron hasta hace poco en Europa, como las monarquías de Portugal, España, Francia, Inglaterra o Dinamarca. Esos estudios permitirán analizar los efectos de los matrimonios entre miembros de la misma familia en los Borbones o en la Casa de Windsor, hasta llegar a la actual reina de Inglaterra o a Felipe VI. Una investigación real, pero también regia.