Entre tocayos anduvo el juego y la orbital que empieza a asomar

Xosé manuel cambeiro LA VOZ/ SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

ABRALDES

09 abr 2017 . Actualizado a las 07:52 h.

La cara demudada que trajo Jorge Duarte del despacho del director general de Carreteras (no era el único alto cargo allí) por la frustrada rotonda de Conxo, delata la poca piedad que inspiran los proyectos en un Ministerio. La vida política es a menudo buenas palabras, una palmada en la espalda y todo se andará. Pero Duarte pudo comprobar que lo prometido es deuda indefinida.

El hecho de que la urbanización de Conxo esté en estudio, igual que cuando se marchó Ana Pastor, solo indica una cosa: que Fomento se pasa la vida estudiando y no aprueba los papeles. Sin embargo, en el Ministerio hay excelentes técnicos y buenos cargos. Además, ¿por qué lo que antes funcionaba ahora anda al ralentí si ahí están las caras familiares que rondaban por Compostela: los Niño, los Urrecho, los Gómez-Pomar?.

Sí le transmitió buenas sensaciones el director de Carreteras Jorge Urrecho a Duarte al referirse al enlace orbital. Pero visto lo visto con la rotonda de Conxo, entre hablar bien y dorar la píldora a veces hay una frontera muy fina, casi invisible. Los presupuestos estatales parecen indicar que ese buen decir del prócer de Fomento carece de dobleces, aunque las cuentas suelen comparecer embellecidas año tras año con partidas florero. El Club Financiero, por ejemplo, lo sabe y Roberto Pereira lo recuerda.

Jorge Urrecho y Jorge Duarte: entre tocayos siempre debería brotar cierta familiaridad y una alianza seria para vencer al dragón del enlace orbital. El dragón que los colectivos empresariales de Compostela aspiran a tener bajo la lanza de una vez.

Para que las esperanzas renacidas en las palabras del director de Carreteras sean fundadas, tienen que renacer también en un compromiso documental adjunto a las partidas económicas (por cierto, rebajadas), con los ingredientes necesarios para que las conexiones del norte se vayan abriendo efectivamente camino. Entretanto, los Jorges habrán de seguir viéndose e Íñigo de la Serna levantando un poco la vista de la estiba.

Depuradora

En esas andábamos cuando sonaron los clarines presupuestarias de Madrid y dejaron un reguero de estupefacción en Raxoi. Les chirrió el sonido incluso a los populares, que pidieron aclaraciones en determinadas partidas. La minúscula presencia de la depuradora de O Souto volvió a encender las alarmas que había apagado la directora de Acuaes a Santiago. Bueno, en la Lúa do Vilar de ese domingo siguieron sonando con menor intensidad.

Si Madrid no las desactiva, lo hará la Unión Europea por cansancio, retirando los fondos destinados a este proyecto. Y es que, a este paso, los recursos comunitarios puede que no estén a tiro. Un nuevo año casi sin partidas es simplemente otro año que desfila vacío. Lo mejor que puede hacer la jefa de Acuaes es regresar a Compostela y, tras abrazar al Apóstol para que la ilumine, aclarar una por una las actuaciones de O Souto con sus correspondientes plazos. Y esperar que todo case sin llegar a la justeza del encaje de bolillos, porque esa rigidez temporal como mínimo pondrá los pelos como escarpias a los santiagueses. ¿Quieren que les recite el historial de dilataciones, empezando por la depuradora? Otro día, que estas columnas no son elásticas.

Son varios los proyectos con riesgo en las cuentas de Madrid. Sonaron voces de que lo importante es ejecutar las partidas. ¿Más aún? Pero si ya les ha aplicado la guillotina a base de bien el Estado. Es bueno consolarse, pese a los risibles gorjeos de fondo de algún canario suelto. Y la sonrisa abierta de Soraya Sáenz de Santamaría escrutando desde la Catedral los ventanales de Raxoi. Como Clint Eastwood y Lee Van Cleef mirándose con sus prismáticos, con la plaza por medio, en La muerte tenía un precio.

La visita de la vicepresidenta ratifica que la basílica tendrá andamios hasta el 2020, magnífico, pero evoca que hay un Consorcio con el que, ajustes aparte, no se debería tontear. Este organismo ha encerrado la semilla de la transformación de la ciudad y, de marchitarse o secarse, Santiago y todo lo que representa dejará de florecer. Que el Rey lo haya entendido tiene que verse reflejado en los presupuestos.