Santillana se queda solo en O Toural

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

CEDIDA

La muerte de sus dos amigos ha dejado aún más expuesto al sintecho, con el que, pese a los problemas que causa, se vuelcan a diario policías, vecinos y comerciantes

21 ene 2020 . Actualizado a las 19:41 h.

Más de cuarenta sintecho arrastran sus vidas por las calles de Santiago. Nuestra ignominiosa indiferencia, la de casi todos, les ha convertido en seres anónimos. En personas sin nombre. No es el caso de Manuel Santillana. A él le conoce todo el mundo. Y mucho más desde que decidió acampar en la plaza de O Toural con su amigo Félix, el vasco, y Sara Camargos, la brasileña que fue su compañera. Los tres zarparon entonces del muelle de la isla ignota a la que entre todos hemos desterrado a los indigentes y se hicieron famosos en el mar de la visibilidad. Una notoriedad adquirida únicamente por los muchísimos problemas que provocaba su presencia en tan céntrico y emblemático emplazamiento, pero notoriedad al fin y al cabo.

Su campamento no pasó desapercibido. En O Toural y los soportales de la Rúa Nova Santillana, Félix y Sara no solo dormían al raso. Allí hacían toda su vida. La buena y la mala. Bebían todo el tiempo. Hasta trece litros de vino al día, según confesó el propio Manuel. Y tanto alcohol, como a cualquier otro, les convertía en personas molestas. En aquellas piedras nobles orinaban, defecaban y mantenían relaciones sexuales. Tampoco era raro que amedrentasen a los viandantes o que molestasen a los comerciantes ahuyentándoles la clientela.

La inoperancia del gobierno local a la hora de atajar el problema fue patente. Las quejas de vecinos y comerciantes se elevaron y el caso llegó hasta el Valedor do Pobo, que se hizo eco del conflicto y reprendió al Concello por no tomar cartas en un asunto que había derivado en un gravísimo problema de convivencia en pleno centro histórico de Santiago.

Algo tan minúsculo como un microbio, el neumococo, fue el único capaz de desatascar la situación enviando a Manuel Santillana al hospital de Conxo. Allí estuvo una buena temporada y, cuando le dieron el alta, él y la que entonces era su pareja, Sara, decidieron intentar reconducir sus vidas. Estuvieron un tiempo sin beber, apoyados sobre todo por familiares y amigos. Muchos pusieron de su parte. Hasta había un hostelero que le dijo a Manuel que, siempre y cuando estuviese sobrio, él le regalaría el bocadillo de la comida. El Concello sí les ayudó, aunque sus allegados consideran que de un modo ineficaz porque no se adaptaron a las particularidades del caso, de las personas concretas, y les trataron de un modo demasiado frío y protocolario.

Durante el tiempo que Manuel y Sara estuvieron limpios y fuera de las calles de Santiago, Félix, el vasco, se quedó solo y nadie sabe si ese desamparo aún mayor fue el que le llevó a la muerte. El fallecimiento de su amigo fue un duro golpe para Santillana y el espejismo de la rehabilitación se esfumó. Al poco tiempo, volvió a vérsele en la calle, bebiendo y en un estado de salud cada vez peor. Incluso empezó a delinquir y fue detenido por varios robos en coches, para tristeza de la Policía Local y Nacional, donde le tienen cariño porque Santillana es, ante todo, inteligente, normalmente respetuoso y siempre simpático. En uno de sus recientes arrestos llegó a bromear con un agente por la, a su juicio, poca pericia del compañero que se había buscado para el robo.

Esta semana, pocos meses después de la muerte de Félix, ha sido Sara la que ha fallecido. Su situación tampoco había ido a mejor. Ni mucho menos. Volvió a beber y a consumir drogas y había roto con Santillana, al que denunció por violencia de género, aunque eso no impidió que a veces estuviesen juntos. A esta chica brasileña, que adquirió gran notoriedad el año pasado cuando orinó delante de una procesión de Semana Santa para protestar por la falta de baños públicos, la encontraron tirada en un aseo del centro sociocomunitario de Porta do Camiño, en la calle de As Rodas. Había acudido allí para consumir heroína y fue el vigilante del edificio el que descubrió su cadáver cuando hacía la ronda tras el cierre.

Como antes Félix, ahora es Santillana el que está solo en la calle. Y la palpable degradación de su estado de salud hace necesario que se adopten medidas urgentes y extraordinarias para evitar que corra el mismo destino que su amigo y que su excompañera sentimental. No parece que vaya a ser así. El alcalde, Martiño Noriega (Compostela Aberta), aseguró en una entrevista en el programa Voces de Compostela de Radio Voz que «hai xente que non se quere acoller a estas axudas», en referencia a las que le habría ofrecido el Concello y él habría rechazado. Para el regidor, el trabajo en emergencia social de su ejecutivo es «serio», aunque advierte que sus resultados solo se verán a largo plazo. Unos tiempos y unos métodos que no han sido eficaces en el caso de Félix y Sara y que todo apunta a que tampoco lo serán en el de Santillana. Al menos, de él, conocemos su nombre, su historia y hasta sus opiniones, que dejó bien claras en una entrevista publicada durante su hospitalización. Ya no es invisible.

Tras unos meses sin beber, recayó, empeoró e incluso ahora ha empezado a delinquir

Su excompañera, Sara, fue hallada esta semana muerta en un baño del centro de As Rodas