Praza da Quintana, un tránsito de presencias que se miran

DENÍS E. F.

SANTIAGO CIUDAD

DENÍS E.F.

Idas y venidas, actos y ensayos, amores y encuentros se concentran entre tan singular arquitectura

13 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un lugar clave desde el comienzo de Compostela, con su enlosado ajedrezado sobre el cual se han jugado innumerables partidas. Generaciones de niños y adultos han ido regalando su presencia a la inolvidable estampa del recuerdo, donde libros y memoria han sido sus dueños. Porque la Praza da Quintana, seguramente, es el lugar más emblemático de nuestra ciudad; desde la falda del castro originario hasta el icónico escenario de idas y venidas, actos y ensayos, amores y encuentros, que se concentran entre tan singular arquitectura.

Estos terrenos son la zona cero del culto a los restos del Apóstol, desde que el anacoreta Paio le dijese a Teodomiro, obispo de Iria Flavia, que había visto una luz en el antiguo Monte Libredón, sobre los restos de un ara romana. A partir de este hecho comienza la hazaña cristiana de peregrinación a Santiago, impulsada tanto por el reino astur como por la abadía de Cluny.

Como sabemos, era un antiguo cementerio, al igual que muchos otros situados en la cabecera de los templos, dividido por su escalinata en dos partes, Quintana de Vivos y Quintana de Mortos. El espacio que ocupa perteneció en su mayoría a los benedictinos de Ante Altares, cuyo monasterio estaba situado al lado de la iglesia primigenia levantada por Alfonso II. La historia ha salvaguardado la itinerancia de reyes y obispos que creyeron en la presencia de los restos de Santiago el Mayor y en su afán por convertir esta esquina occidental del antiguo continente en la singular meta de un camino que sirvió primitivamente como frontera entre los califatos árabes y los reinos cristianos de Europa.

Recién llegada a la ciudad en su camión, la veterinaria alemana Andrea Grochowski, cuyo trabajo la ha llevado a lo largo del mundo, ha alcanzado a comprender la esencia de la ciudad con un simple parpadeo, gracias a algo universal que une la mirada contemporánea con la historia esculpida, la sinceridad. «Me gusta que históricamente se haya sabido elegir lo que se tenía a mano para crear la ciudad, la piedra».

La borrasca perpetua que caracteriza el recuerdo de la plaza es lo que permite a los compostelanos comprender con tranquilidad la valía de sus rúas. Un convencimiento semejante debe de ser obra de algún gozoso de la soledad; porque sí, es arte, casi vacía y ausente, sin la presencia del ciudadano o el peregrino, por la noche, con viento y poca luz. «Galicia es un pequeño país diferente a España, con una identidad ancestral vinculada a la portuguesa y orgullosa de sus raíces».

Los brillos se desbordan y suben por los muros, acariciando la Berenguela con dedos de viento marino, mientras nuestros ojos agazapados bajo los soportales, o detrás del cristal, logran retener el espacio humanizado.