Hasta las bicis van más rápido

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Ir a 30 kilómetros por hora en Virxe da Cerca o a 50 por la avenida de Lugo llega a generar malestar en otros conductores

25 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si todos respetáramos escrupulosamente los límites de velocidad de cada calle y avenida, optaríamos con seguridad por aparcar el coche y caminar. Tras dos horas de recorrido respetando las señales se extraen dos conclusiones: es más cansado que hacerlo saltándose la norma, y en segundo lugar, se requiere paciencia para no responder a las provocaciones. Circular a 30 kilómetros por hora entre la praza de Galicia y San Roque sin sufrir las miradas inquisitorias de otros conductores o sin sentir el coche de atrás pegado al propio es imposible, a excepción de las horas punta de entrada y salida de los colegios.

Durante la realización de este reportaje, hasta una vieja vespino iba más rápido por la Ensinanza hacia As Trompas. En la avenida de Castelao mantener el velocímetro a 30 requiere destreza con las marchas, tanto al bajar como al subir. Por cierto, en esta calle llegó la primera de las humillaciones, cuando una bicicleta adelantó al coche en dirección San Caetano.

Si lo de la avenida Castelao fue humillante, no superar los 50 km por hora en la avenida de Lugo requiere grandes dosis de paciencia y buen humor para no responder a la peineta que dedicó un conductor de mediana edad al adelantar a la altura de la Cruz Roja. La violencia verbal y gestual llegó a su nivel más alto en el Camiño Francés, donde el coche que iba detrás desde el cruce de Concheiros decidió adelantar bruscamente antes del túnel, no sin antes regalar un insulto.

En el primer tramo de la avenida de Lugo llama poderosamente la atención como los coches se lanzan como posesos hacia el Hórreo, para pisar el freno al llegar a la señal que indica la velocidad, y volver a acelerar como locos para clavar el freno en el túnel del Hórreo. En Amor Ruibal, delante del instituto, otro episodio bochornoso cuando el autobús de transporte escolar que circulaba detrás desde la rotonda de Galuresa adelantó, y tras este vehículo varios coches más pasaron al lado del vehículo a mucho más de 30 km.

La peor de las humillaciones, la más dolorosa, fue el segundo adelantamiento limpio de un ciclista subiendo por la avenida Mestre Mateo.