Los céntimos de la investigación

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña CRÓNICA

SANTIAGO CIUDAD

21 jun 2016 . Actualizado a las 21:26 h.

Se queja la vicerrectora de Investigación e Innovación de la USC, Isabel Rodríguez-Moldes, del escrupuloso celo con el que el Ministerio de Educación persigue el recorrido de cada uno de los céntimos que se destinan a la investigación universitaria. Y no se queja porque no crea ella que es importante auditar los dineros que se invierten en los proyectos que pone en marcha la Universidade, sino porque sospecha que es mayor el gasto de la burocracia que hay que destinar a tal fin que el objetivo que se persigue. Es decir, hay unos funcionarios en cada departamento que se pasan el día mirando con lupa cada una de las facturas para que, a la hora de justificar las inversiones, los decimales cuadren hasta su número infinito.

Está bien vigilar lo que se hace con los cuartos de todos, el problema surge cuando no se utiliza siempre la misma vara de medir. No pasaría nada si no viviésemos los tiempos que vivimos, donde los agujeros negros de algunos proyectos faraónicos y otros surrealistas se cuantifican en millones de euros y ya nadie se echa las manos a la cabeza.

Es tal el panorama que ya existe una web que se llama Despilfarro público en la que aparece una vergonzante lista encabezada, para sonrojo de los gallegos, por el videoclip de Enrique Iglesias por el que la Xunta pagó 300.000 euros. Hay otros muchos ejemplos, que la alegría en el gasto público no entiende de comunidades autónomas. El Palacio de Deportes de Cartagena, por ejemplo, que costó 15 millones, o una discoteca a la que el Ayuntamiento de Burguillos, una localidad andaluza de 6.600 habitantes y economía agrícola, destinó 1,4.

Pero no hace falta irse tan lejos, porque sin salirse del municipio de Santiago hay ejemplos que, por su cercanía, hacen más evidente esa discriminación entre el dinero destinado a la investigación universitaria y el que se va a la obra pública. El Gaiás parece un monstruo con capacidad para engullir el más elevado presupuesto, y no digamos ya los millones invertidos en la nueva terminal del aeropuerto, por poner dos ejemplos sangrantes, que ya se sabe que habría más.

Y sin embargo, en la estación intermodal de Santiago, que difícilmente encontrará detractores por su aplastante utilidad pública, se pone como requisito que se alcancen los 3,5 millones de pasajeros, cuando el sentido común funciona a la inversa. O sea, pongan ustedes en marcha la intermodal y ya verán cómo aumenta el número de viajeros que pueden combinar para sus desplazamientos el tren con el autobús. Claro, que no será un resultado a corto plazo. Como el retorno de los logros en investigación. El videoclip de Enrique Iglesias, en cambio, parece ser que está siendo muy productivo. Sobre todo para su bolsillo.