La acusada de matar a su bebé en Santiago dice que lo hizo porque creía que era «el mal»

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAG

SANTIAGO CIUDAD

La acusada, a la izquierda de la foto
La acusada, a la izquierda de la foto XOÁN A. SOLER

La mujer, que sufre esquizofrenia, asegura que oyó voces y que con su crimen quería «salvar al universo»

08 jun 2016 . Actualizado a las 00:05 h.

Oyó voces que le decían que su hija de tan solo seis meses era «el mal» y que tenía que matarla para «salvar al universo». Esa es la explicación que ha dado Marisol Fabiola Serrano Martínez durante su interrogatorio en el juicio con jurado popular que ha comenzado hoy en la sección compostelana de la Audiencia Provincial de A Coruña y en el que está acusada del asesinato de la bebé el 31 de agosto del 2015. La Fiscalía pide para ella 25 años de internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario porque entiende que la mujer, natural de Chile pero que también tiene nacionalidad alemana, no tenía control de sus actos porque sufrió un brote agudo de esquizofrenia paranoide, enfermedad que tenía diagnosticada.

La acusada ha admitido el crimen. Ha ofrecido todo tipo de detalles de los hechos y de por qué lo hizo, señalando que las voces que escuchó le «hablaban de forma telepática» y que aquel día llegó al convencimiento de que su hija encarnaba el mal porque otro niño pequeño le puso un dedo en el ojo. Ese mero hecho la hizo subir a la pequeña a la habitación del hotel en el que se alojaban, colocarla sobre la cama, asfixiarla con sus propias manos y después colocar sobre ella una toalla blanca a cuyos extremos puso dos piedras. Un ritual que parece tener relación con las creencias del grupo con el que había acudido a Santiago para participar en un congreso, el Instituto Gnóstico de Antropología Samael Litelantes, considerado como una secta por entidades como la Iglesia Católica.

Marisol Fabiola, cuyos apellidos de soltera son Raue Ortega, se ha mostrado arrepentida y entre lágrimas a manifestado al tribunal que ella no quería hacerle daño ni a su bebé ni a su marido, con el que mantuvo una fuerte discusión en las horas previas al crimen y que asegura que llegó a sentir miedo de que le hiciese algún mal, por lo que se marchó hasta en dos ocasiones al aeropuerto para intentar regresar a Alemania. Reacciones que la acusada ha asegurado ahora que no tenían sentido y que eran fruto de la enfermedad.

Los testigos que han declarado hasta ahora no han podido corroborar que la acusada sufriese un brote de esquizofrenia aquella tarde y tan solo han manifestado que estaba «triste y callada», estado que atribuyen a la discusión que mantuvo con su marido y de la que fueron testigos porque despertó a los inquilinos de las habitaciones vecinas.

La abogada defensora ha adelantado que considera que el hecho de que su patrocinada no fuese consciente de sus hechos debe derivar en una sentencia absolutoria y no está de acuerdo en la medida de protección que solicita la Fiscalía, aunque aún no ha manifestado que alternativa propone a los 25 años de internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario que ha pedido el ministerio público.