«Los de letras no hablan de ciencias, como si la ciencia no fuese cultura»

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

El catedrático impartió en el Citius una de las muchas conferencias que lo traen a Galicia.
El catedrático impartió en el Citius una de las muchas conferencias que lo traen a Galicia. álvaro ballesteros< / span>

El profesor rompe barreras con la aplicación del lenguaje humano en la informática

20 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque tiene 76 años y 50 de experiencia académica, el catedrático de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad Politécnica de Madrid, Enric Trillas, habla con la misma ilusión que un niño. Esa pasión por su trabajo la transmite cuando imparte conferencias como la que ayer ofreció en Santiago a los alumnos del Centro de Investigación en Tecnologías de la Información (Citius), en la que echó por tierra mitos como la existencia de la verdad absoluta, que calificó como «uno de los tumores más grandes que tenemos encima». No es el único lugar común que molesta al profesor. Teniendo en cuenta que trabaja con la matemática y la informática pero que su objetivo es aplicar la semántica a la inteligencia artificial, está claro que el expresidente del CSIC no cree en la división entre las ciencias y las letras. «Yo en mi vida privada hablo de literatura, de poesía, de música... En cambio los de letras no hablan de matemáticas. Es como si la ciencia no tuviese que ver con la cultura».

Está claro que lo suyo va por otro camino, aunque sea difícil de demostrar. Hace tiempo que la sintaxis se aplicó a la informática, y eso es lo que posibilita traducir textos, además de otras aplicaciones que forman parte ya del día a día de los ciudadanos. Pero lo difícil es aplicar la semántica, es decir, que los ordenadores se manejen con el lenguaje natural. «El gran desafío es la modelización matemática del lenguaje común». Y no es fácil porque la semántica no es una ciencia exacta. «?Alto? no es lo mismo para un pigmeo que para un batutsi, y la palabra ?interesante? no significa lo mismo para un investigador que para una madre que tiene una hija casadera». ¿Cómo conseguir que un ordenador discrimine ese tipo de conceptos? Ese es el gran reto al que Trías se enfrenta desde hace muchos años.

La máquina de escribir

Él sueña con ese objetivo desde que era joven y se decantó por el campo de la investigación. Entonces empezó a trabajar con la lógica difusa o borrosa, alternativa a la lógica clásica y que pretende, por lo tanto, introducir un grado de vaguedad en las cosas que califica. A ese campo su ajusta su trabajo con la semántica y con el lenguaje humano, que nada tiene que ver con los razonamientos deductivos de las matemáticas, sino que «depende del contexto y del propósito del uso».

Que alguien hoy en día aspire a despejar esa incógnita no parece extraño, pero sí lo era cuando lo empezó a soñar Trías, cuando no había Internet y él trabajaba con una máquina de escribir. «Soñando, como Julio Verne. Si yo estuviese en 1600 diría que se puede ir a la Luna, pero que no sería mañana; y se fue a la Luna; pues yo también creo que los ordenadores van a poder manejarse con el lenguaje natural, pero no va a ser mañana».

Ojo. No se trata de conseguir que los ordenadores piensen. «Una cosa es pensar y otra cosa es razonar. Los ordenadores se llevan muy bien con el razonamiento, pero no creo que el pensar admita un modelo matemático».

Con esa pasión que le pone a su discurso, casi se enfada cuando se le pregunta por la aplicación real de sus investigaciones. «¿Pero por qué tenéis que buscarle una finalidad a todo? Yo investigo por saber, por conocer, si luego tiene una aplicación práctica, miel sobre hojuelas, pero ese no puede ser el objetivo del investigador, que tiene que hacerlo por curiosidad y ser un cotilla». Termina con una frase de Einstein: «Lo importante es no parar de hacerse preguntas».

Y con ese objetivo, el de obligar a los alumnos a hacerse preguntas, entró en el salón de actos. «El futuro es vuestro -les dijo-; yo solo soy un ser humano que se va acabando».

Enric Trillas. A sus 76 años mantiene la ilusión del primer día. El Consello de Goberno de la USC aprobó nombrarlo doctor honoris causa. «Me haría mucha ilusión».

La semántica en la informática. El catedrático afronta el desafío de la modelización matemática con el lenguaje común.