El arzobispado de Santiago niega que las monjas estuviesen retenidas

Europa Press / Efe SANTIAGO

SANTIAGO CIUDAD

Defiende que habían iniciado un proceso para dejar el convento. Niega que se hayan producido «coacciones» ni que se les hubiese retirado la documentación»

26 ene 2016 . Actualizado a las 19:45 h.

El arzobispado de Santiago ha negado este martes que las monjas originarias de la India del convento de clausura de las Mercedarias estuviesen retenidas en este lugar y ha aclarado que las mujeres habían iniciado un proceso para dejar los hábitos. Fuentes del arzobispado confirman que la congregación les ha trasladado que las mujeres «no estaban retenidas» en el convento ni se habían producido «coacciones». A mayores, apuntan que tampoco se les había «retirado la documentación».

El arzobispado ha recordado que en ocasiones se producen «determinados momentos» en los que las monjas deciden «abandonar la congregación», para lo que hay que iniciar un proceso de «dispensa de votos» que «lleva su tiempo», aunque no han podido precisar cuanto.

En este caso, han aclarado, se había iniciado un proceso de dispensa de votos, que todavía está a la espera de respuesta por parte de la orden de las Mercedarias.

En concreto, el arzobispado aclara que el verano pasado dos religiosas pidieron la exclaustración y esta comenzó a tramitarse. Ambas, originarias de la India, iniciaron un proceso llamado de «discernimiento», planteándose la posibilidad de dejar la comunidad, y así lo solicitaron formalmente después de las últimas Navidades, concretamente el 14 de enero, precisa la nota.

La solicitud fue a la superiora que dio curso a esta cuestión y, «en ningún caso», en esta dispensa de votos se pidió «abandonar» el cenobio antes de que se llevaran a cabo todos los trámites correspondientes, «al menos nunca lo hicieron constar a la autoridad diocesana».

Las diligencias, subraya el comunicado, no iban a demorarse más de un mes desde la remisión de la documentación a la congregación correspondiente de la Santa Sede, la cual «quedó concluida a nivel diocesano el pasado 21 de enero».

Por esta razón, ha «sorprendido» la denuncia de la religiosa que expuso esta situación y «el revuelo informativo» habido después de la recepción de un atestado de la unidad de la Policía Nacional de Extranjería y Fronteras, que se puso en contacto con la titular del juzgado de instrucción número uno de Compostela, Ana López-Suevos, que autorizó la actuación en el monasterio para comprobar qué pasaba.

Los abandonos voluntarios, bajo compañía de una comitiva judicial, provocaron, asimismo, estupefacción, puesto que «los trámites en curso seguían un ritmo realmente rápido» y «no consta a la autoridad diocesana que ninguna de las religiosas que han abandonado el convento hubieran podido hacerlo antes de concluidos los aludidos procedimientos».

El arzobispado de Santiago manifiesta que en la vida religiosa el desarrollo de una vocación no se circunscribe a un momento puntual, «no es algo estático, sino dinámico y progresivo», y expone el caso de una religiosa profesa solemne, también procedente de la India, que hace dos años abandonó la comunidad tras una estancia en su país de origen.

Se realizaron en ese momento «con toda celeridad» los trámites internos canónicos, firmando finalmente la interesada el documento emitido por la Santa Sede.

Las religiosas mercedarias de Santiago que proceden de fuera de España viajan cada siete años a sus países de origen por un tiempo de dos meses regresando a la comunidad, concluido ese período, «voluntaria y libremente».

Las religiosas que ahora dejaron el convento de las Mercedarias estuvieron hace un año y medio, señala el arzobispado, con sus familias de origen, y «regresaron libre y voluntariamente», y se especifica que no son «recién llegadas», dado que forman parte de la comunidad mercedaria desde hace entre 15 y 17 años.

El arzobispado de Santiago incide, asimismo, en que el modo de vida propio de la clausura puede resultar «no fácilmente comprensible para quienes desconocen las singularidades de esa concreta vocación, ciertamente peculiar por cuanto supone de renuncia, austeridad, rotación en los trabajos comunitarios, oración, tiempos de silencio», es decir, una «entrega radical».

No obstante, ello no implica «una restricción o carga más allá de lo asumido y aceptado por la religiosa al profesar en la orden de que se trata como opción libre, meditada e informada, lo cual queda perfectamente constatado y definido en el proceso de ingreso progresivo en una comunidad hasta la profesión solemne».

Esto suele durar un lustro, como mínimo, con el afán de que «nadie se sienta impelido a asumir esa condición sin la suficiente madurez y criterio».