Asunta Rodríguez, de Trinta: «Es un honor que vean la galería como un centro generador de conocimiento»

Emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Ingresa hoy como miembro de la Academia Galega de Belas Artes

19 dic 2015 . Actualizado a las 12:40 h.

Asunta Rodríguez Rodríguez, propietaria de la galería Trinta, ingresa hoy en la Academia Galega de Belas Artes como miembro numerario en la sección de expertos en artes. A sus cincuenta años será la tercera mujer en formar parte de esta institución a la que llega, dice, «para ponerme a las órdenes de mis compañeros, para escucharles y sobre todo para aprender».

Como académica deberá pronunciar unas palabras que tiene muy pensadas bajo el título de A mala herba. Según avanza, es «un discurso muy poco académico y poco ortodoxo. Todo el texto es muy metafórico. Hace referencia al jardín, a las flores y a las malas hierbas como una metáfora del mundo del arte y de la cultura. Es un guiño a la entrada de alguien que aporta heterodoxia en un mundo de ortodoxia». De ahí que con su llegada quiera «sumar y hacer visiones más plurales para que el abanico sea más grande».

Para esta compostelana adoptiva, que comenzó a trabajar en la galería Trinta tras estudiar Historia da Arte en la USC y la adquirió en el año 1993, su elección como académica «es lo máximo a lo que a lo que profesionalmente alguien puede aspirar», sobre todo porque ve su elección como la mejor prueba «de que han visto y entendido la galería como un centro generador de conocimiento, no solo como un lugar de compra-venta de arte».

Asunta Rodríguez ha hecho de la galería su vida y la de muchos artistas, por lo que su ingreso en la Academia Galega de Belas Artes se lo dedica especialmente «a los artistas, porque en realidad son ellos los que entran en la Academia porque los galeristas somos, en definitiva, sus altavoces».

«Tesón y cabezonería»

El reconocimiento a su trabajo le llega cuando su galería está a punto de cumplir treinta años, todo un guiño a su nombre, que procede de su primera ubicación, en el número 30 de la Rúa Nova, desde donde se trasladó a Virxe da Cerca.

Tanta celebración mantiene a Asunta Rodríguez demasiado ocupada. «Esto es una vorágine constante, y ya estoy deseando que todo esto se asiente para hacer el trabajo con normalidad y poner los cimientos para lo que quede por venir». Al echar la vista atrás, la inminente académica reconoce que nunca se puso metas ni plazos. «En realidad, no sé cómo llegamos hasta aquí, pero lo que sí ha habido es mucho trabajo, tesón y mucha cabezonería», reconoce. Y a la pregunta de algún sueño profesional que le quede por cumplir responde que «lo máximo a lo que podía aspirar en estos tiempos en una galería como Trinta, alejada de los centros de poder, en un entorno que algunos llaman de provincias, que es un concepto que a mí me genera un enorme rechazo, es sobrevivir», «Seguir haciendo lo que se ha hecho hasta ahora es el mayor triunfo», apuntilla.

Su vinculación con Santiago va mucho más allá de su trabajo. Prueba de ello fue su paso por Compostela Monumental. Sobre su visión de la ciudad, incide en que Santiago «tiene un enorme atractivo y lo que necesita es que nos sintamos orgullosos de ella, quererla y cuidarla».

«Todos hemos sufrido las consecuencias de estos años tan tristes, pero ahora están naciendo empresas pequeñas y muy bonitas que ayudan a que el casco histórico se siga manteniendo muy bien», concluye.

Ingreso. La Academia Galega de Belas Artes celebra hoy a las 12.30 horas en el CGAC una sesión extraordinaria para recibir como miembro numerario a la galerista.

Discurso. Su discurso, titulado «A mala herba» lo contestará el académico Miguel Fernández Cid.