El cabecilla de una banda de traficantes no entrará en prisión por estar enfermo

x. m. santiago / la voz

SANTIAGO CIUDAD

Reconocer la culpa y admitir el delito permitió a José Luis Sánchez Añón ver como la fiscal le rebajaba de once a seis años la pena que le solicitaba inicialmente por ser el cabecilla de una banda dedicaba al tráfico de drogas en la zona de Santiago

01 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Reconocer la culpa y admitir el delito permitió ayer a José Luis Sánchez Añón ver como la fiscal le rebajaba de once a seis años la pena que le solicitaba inicialmente por ser el cabecilla de una banda dedicaba al tráfico de drogas en la zona de Santiago y por tenencia ilícita de armas. Además de lograr esa considerable reducción de pena, también evitará casi con toda probabilidad entrar en prisión, ya que alegó que sufre una enfermedad incurable. Si el informe del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) dictamina que la dolencia existe, la condena le será suspendida.

Junto a Sánchez Añón, condenado también a una multa de 70.000 euros, la sección compostelana de la Audiencia Provincial había citado ayer a otros ocho acusados para que fuesen juzgados. A todos les pedían más de tres años de cárcel, aunque todas fueron reducidas gracias al acuerdo al que llegaron con el ministerio público. Uno de ellos, Manuel Javier Romero García, fue absuelto de todos los cargos.

Del resto, el que peor salió parado fue Daniel Rubial Tejero, condenado a tres años por un delito contra la salud pública y otro por tenencia ilícita de armas. Cuatro en total, además de una multa de 57.000 euros. Esta misma cantidad tendrán que pagarla Roberto Nieto Maroño, David Julián Aguillón Casas y Wilber-Andrés Corrales Moreno, que además han aceptado todos ellos penas de tres años de cárcel.

A un año de prisión han sido condenados Paola Segade Diéguez, Rafael Jiménez Jiménez y José María González Soto. La mujer tendrá que pagar además una multa de 3.500 euros, que baja a 750 en los otros dos casos. A todos se les suspenden las penas y tampoco entrarán en prisión siempre que no vuelvan a delinquir y, en el caso de los que son adictos, a que se desintoxiquen.