El regreso del hombre que grabó cine porno en el Obradoiro

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Totó García posa en el rincón del Obradoiro donde rodó la polémica película que lo catapultó.
Totó García posa en el rincón del Obradoiro donde rodó la polémica película que lo catapultó. Xoán a. soler< / span>

Totó comenzó su carrera como productor de cine para adultos en la universidad. «Santiago no es una ciudad muy moralista, nunca sentí rechazo», aclara

23 nov 2015 . Actualizado a las 18:39 h.

Llegó a Compostela como muchos otros. Alberto García, más conocido como Totó, desembarcó en esta ciudad para comenzar una carrera hace unos doce años. «Tenía claro que mi objetivo era montar negocios, por eso acabé en Empresariales», indica. Y no esperó a acabar la universidad para hacerlo, convirtiéndose en el fundador de la primera productora de cine para adultos de Santiago.

Allí fue donde conoció la vida adulta. «Para mí simboliza el paso de ser un niño y vivir bajo el techo de mis padres a la emancipación», asegura. «Venía de un Ferrol muy avejentado y me encontré en Santiago con una ciudad llena de posibilidades, con mucho ambiente, cuando todavía existían los jueves universitarios y se salía los domingos y los lunes».

Cuenta que su aventura en el cine X comenzó a raíz de una ruptura sentimental. «Me dije que si no lo intentaba con 22 años nunca lo iba a hacer». Animado por sus amigos, Totó se cogió un vuelo a Barcelona y se presentó a varios cástines. Así arrancó su carrera como actor en pequeñas productoras, al tiempo que llevaba una segunda vida como estudiante. El engaño no duró mucho y, ya volcado en esta profesión, llegó a ganar la Ninfa a la mejor página erótica del año en el Ficeb, «los Oscar del porno», señala.

No en vano, cuenta que «desde pequeño quise ser una figura del porno». «Recuerdo que con unos 11 años mis amigos hablaban de ser astronautas o futbolistas y yo ya decía que quería dedicarme a esto». Entonces la educación sexual no era como ahora. «Cualquier contenido que encontrabas era un descubrimiento», dice, un desafío a lo prohibido, y las revistas con imágenes explícitas se convertían en «pequeños tesoros»; mientras que hoy, «para esta generación de Internet, los vídeos son muy accesibles», explica.

Y fue un vídeo, una controvertida escena rodada con nocturnidad y alevosía en el Obradoiro, el que lo catapultó. «Yo tenía casi todos los recursos: conocía este mundo desde dentro, la metodología de rodaje y soy diseñador gráfico autodidacta desde los 15 años. Ya solo quedaba contratar a las actrices y desarrollar las técnicas de márketing para dar a conocer la productora», relata.

«Quería hacer algo que creara polémica y que, aunque alguien se pudiese molestar, no resultara realmente ofensivo. Entonces se me ocurrió la idea de practicar sexo en Semana Santa frente a la Catedral», continúa. Hoy admite que, aunque se vendió aquello como algo improvisado, fue todo bien preparado. «Tuvimos que estudiar las cámaras de la plaza para evitar que, si llegaban a denunciarlos, pudieran apoyarse en estos vídeos. De hecho, se rodó en un momento y se publicó en otro», reconoce.

Muchos pensarán que, después de la polémica que levantó, Totó tuvo que pasar momentos incómodos viviendo en la misma ciudad en la que grabó el vídeo. Sin embargo, asegura que «nunca sentí rechazo» en la calle. «Aunque soy consciente de que mucha gente me puede criticar por dedicarme al porno, nadie me dijo a la cara nada negativo nunca. Pese a lo que pueda parecer, Santiago es muy abierta, no es una ciudad moralista», afirma.

«En el 2016 vuelvo a rodar y tengo la intención de poner más banderitas en sitios conocidos»

Totó lleva dos años de inactividad en el mundo del cine para adultos, en los que se ha dedicado a la fotografía y el diseño web, entre otros negocios que no llegaron a fraguar, como el de la hostelería nocturna. «El motivo de este parón es que si te dedicas al porno como actor tienes que tener la mente bastante limpia y no estar disperso en otros proyectos», señala.

No obstante, anuncia que «en el 2016 vuelvo a rodar y tengo la intención de poner más banderitas en sitios conocidos», porque después del vídeo del Obradoiro vinieron otros en la torre de Hércules y junto a la Giralda.

El vecino de Salgueiriños asegura que «en ningún caso hice nada de esto por dinero». Después de que su escena herculina saliera en el programa de televisión 21 Días, «me llegué a agobiar con tanta exposición. Hablaban de mí en Buenafuente, en El Intermedio, hasta me ofrecieron ir a Sálvame, aunque no quise ir. Incluso me llegaba a parar la gente en Las Vegas para sacarme fotos», asegura.

Pese a todo prejuicio y a esa imagen frívola que pueda proyectar por su profesión, Totó es un joven emprendedor, con una cabeza bien amueblada y un discurso articulado. «Nunca fui demasiado agraciado y, de pequeño, para conseguir los objetivos que quería, fui desarrollando cierta labia», explica. Cuenta, además, que tuvo «una educación privilegiada» en una familia estructurada. Hijo de dos profesores de infantil -que «preferirían cualquier cosa antes de que tuviera una falta de ortografía», comenta entre risas- y los cuales acabaron aceptando su profesión, es consciente de que su perfil es muy distinto al de la mayoría de los artistas del porno.