La difícil viabilidad de un tripartito de izquierda en Raxoi

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO CIUDAD

26 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Anadie que haya seguido de cerca los avatares políticos de Santiago en los últimos meses le podrán extrañar los resultados de la encuesta que hoy publica La Voz. Sondaxe pone dígitos a un sentir que se palpa en la calle y que se resume en la irrupción de nuevas fuerzas políticas llamadas a desempeñar un papel protagonista en el pazo de Raxoi y en la posible pérdida de la mayoría absoluta del PP. El resultado: una corporación municipal irreconocible respecto a la que cierra este mandato históricamente convulso y en la que el abanico partidario puede desplegarse hasta en cinco formaciones políticas.

Aparte de la incertidumbre propia de un escenario ajustado, abierto y, por eso, muy sensible a lo que pueda deparar el desarrollo de la propia campaña del 24-M, en la que una importante bolsa de voto indeciso está a la espera de que lo seduzcan, a día de hoy se perfilan en Santiago dos opciones que pasan inevitablemente por el entendimiento en el centroderecha (PP y Ciudadanos) y la izquierda (PSdeG-PSOE, BNG y Compostela Aberta) para fraguar alianzas. El panorama político que esboza la encuesta de Sondaxe hace pensar en un acuerdo de mínimos de las tres fuerzas de izquierda para la votación como alcalde del candidato con más apoyos, ahora mismo Martiño Noriega, pero difícilmente podrán consolidar una coalición al estilo del bipartito que gobernó en Santiago durante doce años, lo que augura tiempos de inestabilidad: una coalición de partidos -eso es Compostela Aberta-, necesitada del apoyo del PSOE y el BNG para gobernar. El Bloque se arrimará lo justito para echar al PP de la alcaldía, pero entrar en un ejecutivo con el tránsfuga que le arrebató el Concello de Teo es pedirle demasiado, salvo que se lo pueda hacer pagar caro. ¿Y el PSOE? Dar vía libre, por activa o por pasiva, para que Agustín Hernández siga al mando no solo sería traicionar treinta años de historia, sería el definitivo suicidio político. ¿Podría hacerlo? Podría, permitiendo que gobierne la lista más votada, pactando incluso con el PP, pero esa revolución contradiría los mensajes de los líderes del socialismo gallego, y Paco Reyes no va a tener demasiada autonomía para decidir. Cosa distinta es que el candidato compostelano deba acallar a los agoreros de su propio partido que al hablar públicamente de pactos de izquierda lo dejan como perdedor antes de tiempo.

Reyes pugna para, contra pronóstico, liderar a la izquierda en Santiago, y Hernández lo hace para acercarse más a los trece ediles de la mayoría absoluta. Ahora le faltarían dos, lo que, teniendo en cuenta como cogió el gobierno local en julio del 2014, no será mal arranque de campaña. Si finalmente no llega, puede esperar que Javier Sánchez-Agustino consiga movilizar con Ciudadanos el voto indeciso o el cabreado que dará portazo al PP y sumar así la mayoría para un pacto de centroderecha con una gobernabilidad asegurada.

A dos ediles de la mayoría absoluta, no es mal inicio de campaña para Hernández