Santiago enseña sus catacumbas

Elisa Álvarez González
elisa álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

La catedral abrió ayer al público la necrópolis hallada bajo el templo

05 abr 2011 . Actualizado a las 11:04 h.

Once compostelanos hicieron patria y ayer se convirtieron en los primeros visitantes de la necrópolis que se esconde bajo la catedral de Santiago. Desde esta semana, las excavaciones arqueológicas de los subsuelos del templo pueden visitarse en grupos reducidos de un máximo de doce personas. Los restos se encuentran en dos zonas, una de ellas en el brazo sur del crucero, y la otra, más grande, bajo la nave central.

En la primera de ellas se encontró la tumba del obispo Teodomiro, que fue quien halló los restos del Apóstol, así como de termas romanas, y tumbas de esta época y de la suévica. Bajo la nave central, además de una pequeña necrópolis -con varios esqueletos incluidos- se descubrieron restos de la muralla que protegía el templo en el siglo XI y que marcaba los lindes de la capital de Galicia. Los once primeros privilegiados salieron con buen sabor de boca. Mario Clavel, profesor jubilado de un instituto de Santiago, calificaba así la visita: «Impresionante; es la historia oculta de la ciudad ahora visitada por nosotros».

Muchos años de historia, desde el siglo I, concentrados en un pequeño espacio al que además se añade el morbo de observar esqueletos prácticamente intactos. «Me ha conmovido, porque son nuestros primeros vecinos, incluso he rezado algo por ellos», añadía Clavel.

Lidia Valeiras y Víctor, una pareja joven de Santiago, destacaban los restos de la muralla y los huesos hallados en las excavaciones, aunque ponían también un pequeño pero a las excavaciones: «La cantidad de hormigón que se ve. Está claro que antes las restauraciones no se hacían con tanto cuidado».

Lo que no ha aparecido en la necrópolis son pruebas que confirmen que los restos del Apóstol se encontraran allí, aunque como explicaba el deán de la catedral, José María Díaz, tampoco de que no lo hiciesen. «Por lo que todo es conforme a la tradición, aunque no probativo», concluía.

«También está el morbo de ver esqueletos casi intactos de nuestros primeros vecinos. He rezado por ellos»

Mario Clavel