Padres (y madres)

Cristóbal Ramírez

OROSO

29 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Que levante la mano aquel que se encuentre ansioso por formar parte de un jurado popular. Seguro que aparecen pocos voluntarios a perder una parte de su irrecuperable tiempo, a meterse en complicada camisa de once varas y, además, a tener que decidir sobre la culpabilidad o inocencia de alguien, con el problema ético que ello implica. Que levante la mano quien quiera formar parte de un Consello Escolar. ¿Muchos? Quizás, pero unos días atrás, en el único instituto de Oroso, hubo dos voluntarios. Así que uno ganó, y el otro quedó suplente por lo que pueda pasar en el futuro.

Hasta ahí todo normal. Lo anormal comienza cuando se echa un vistazo al censo del instituto: 412 padres (padres y madres, como se dice ahora, en muestra de ignorancia de las normas que rigen desde hace mil años el idioma español). Votantes: 19 (tres de ellos, los de la mesa electoral, claro). En porcentaje: el 4,3 %.

De manera que la persona que salió elegida tiene todo el mérito del mundo, pero también la consecuente responsabilidad de ser la representante de todos, y solo hay que esperar un tiempo para ver cómo sale a la palestra algún mastuerzo (o mastuerza, claro) que por haches o por bes le pueda afear que solo reunió 12 votos del total (menos del 3 %). Cosas de la democracia.

Pero cosas también de un sistema que se empeña en meter a los padres donde no quieren estar: en el máximo órgano de un centro educativo. Como en los jurados. Porque para que funcione la justicia, y la educación, ya pagamos impuestos. Así lo entienden en otros países del norte de Europa, donde no existen asociaciones de padres (y madres) ni cosa similar.