Mañana se entregan en Sigüeiro los premios del Primer Certamen Internacional del Camino Inglés, convocados por uno de los escasos concellos interesados en la ruta: el de Oroso.
Por encima de ese carácter internacional (el primer premio, ex aequo, fue para investigadores de la universidad británica de Lancaster y de la de Santiago, y el primero de relatos de peregrinos para una irlandesa de Dublín), lo que el galardón tiene que servir es de motor de arranque para una nueva etapa del Camino Inglés que, con el corazón en la mano, es en realidad la primera. Para el anecdotario queda los escarceos, uno protagonizado por la hostelería y otro por los alcaldes, que solo buscaban la foto.
Si el Camino Inglés es solo eso, apaga y vámonos. Debe funcionar como dinamo cultural de una comarca que no puede presumir de monumentos ni espacios protegidos. Las riberas del Tambre lo están, pero es responsabilidad autonómica. No hay un concello en la comarca que haya declarado parte de su territorio como de protección especial, como hizo, por ejemplo, A Illa con O Carreirón.
Así pues, únicamente le queda como valor patrimonial el Camino Inglés. La indiferencia de los concellos -excepto para pedir albergues- resalta aún más el esfuerzo de Oroso, que para seguir su andadura de promoción de la ruta, debe buscar apoyo en sus indolentes colegas, y estos moralmente no se lo pueden regatear.
Menos mal que este periódico no resulta fácil de conseguir en Lancaster y en Dublín. Porque entonces, al leer esto, la tristeza de sus peregrinos e investigadores sería una sombra en las riberas del Tambre.