Alumnos del municipio hacen deporte adaptado para fomentar la empatía

Emma ARaújo SANTIAGO / LA VOZ

BOQUEIXÓN

XOAN A. SOLER

En la clase de educación física corren sin ver nada y juegan en silla de ruedas

05 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ponerse en la piel del otro es la mejor forma de acercarse a lo que sienten las personas que sufren algún tipo de discapacidad motora o sensorial. Y hacerlo en plena etapa de formación es, si cabe, el mejor momento. Esto es lo que piensa, y ha puesto en práctica, María Paz Gago, profesora de educación física del Colexio Público Integrado Antonio Orza Couto, de Boqueixón.

La actividad comenzó este curso con 16 alumnos de tercero de ESO y 22 del curso siguiente. «Quise hacer algo diferente», explica Paz, que también es tutora de estos cursos, por lo que su contacto con ellos es mucho más intenso. En el colegio abordaron los problemas y las barreras físicas, y también humanas, a las que se enfrentan jóvenes como ellos con problemas de movilidad o alumnos con enfermedades que les provocan reacciones físicas, como movimientos involuntarios, o que deben comunicarse de una forma diferente que hay que conocer para poder comprenderla.

Decidió comenzar con deportes que practican personas con discapacidad motora, por lo que jugaron al fútbol como si no tuviesen brazos y utilizaron sillas de ruedas para practicar tenis y voleibol. « Y les gustó mucho», añade. Cuando le llegó el turno a la discapacidad sensorial la forma de trabajar fue la misma, pero la experiencia fue mucho más intensa. Jugaron al goalball, un deporte paralímpico para ciegos totales y personas con discapacidad visual en el que el sonido es el sentido más importante (la bola tiene cascabeles dentro), junto a la orientación espacial.

La programación continuará el día 15 con nuevas sesiones de juegos con deportistas paralímpicos.

Especialistas de la ONCE y del proyecto ENKI colaboran con el colegio de O Forte

Por razones familiares y personales, María Paz conoce de primera mano las dificultades a las que se enfrentan las personas con discapacidades sensoriales y motoras. Pero para poner en marcha este programa deportivo buscó la colaboración de personal especializado que enseguida respondió a la llamada. Se puso en contacto con la ONCE para organizar el partido oficial de goalball y al reclamo acudió Sandra López Cabo, que recordó a los alumnos las reglas del juego y conceptos que ya les había enseñado María Paz para ayudar a una persona invidente a cruzar un paso de peatones en los que no hay señales sonoras.

Sandra López, sin problemas de visión, tuvo que vivir cuatro meses en absoluta oscuridad para hacerse una idea de cómo es la vida de una persona ciega y obtener el título con el que ahora ejerce como profesora de apoyo para escolares invidentes. Acude cada día a clase para orientar a la persona ciega en el colegio, analizar las barreras físicas del espacio y cómo corregirlas, además de adaptar el material didáctico para que pueda formarse al igual que el resto de sus compañeros y así integrarse. A mayores acude a colegios como el de Boqueixón para continuar su labor en aquellos centros que no tienen alumnado con problemas de visión, lo que no quita que esta tarea no sea hasta necesaria.

Para deportes orientados a personas que tienen discapacidad motora, María Paz ha recurrido a la Fundación Abrente, con sede en A Coruña y promotora del proyecto ENKI, que apuesta por un modelo de inclusión y participación de personas con diversidad funcional en el deporte. Miembros de la fundación organizarán una demostración el día 15 en el centro, con juegos y la participación de varios deportistas paralímpicos.

«Pensas que as cousas son difíciles, pero non pensas que tanto. Todo é moi diferente»

Alba Silva Hernández, de 17 años y Lucía Mareque Rey, de 14, participaron la semana pasada en el partido de goalball con gafas de ceguera total bajo la tutela de Sandra López, profesora de atención educativa de la ONCE y especialista en educación física para personas con problemas de visión.

Después de jugar con estas gafas y correr con la única orientación de la voz de la profesora, ambas reconocen que la experiencia poco se asemeja a lo que habían previsto. «Pensas que as cousas son difíciles, pero non pensas que tanto, todo é moi diferente», detalla Alba Silva, mientras Lucía Mareque profundiza en su argumento: «Sabía que para eles era máis difícil vivir con este problema, pero non imaxinas canto, nin o difícil que é».

Tras la experiencia, Sandra López, que acostumbra a realizar talleres de este tipo cuando su trabajo como profesora de atención educativa se lo permite, afirma que actividades como esta deberían ser más habituales en todos los centros, tengan alumnos con discapacidad o no. Cuando se trata de jugar al goalball, resalta que «al ponerse las gafas de ceguera total pierden toda la orientación y necesitan silencio total para concentrarse, porque a lo único que se pueden aferrar es al sonido y a la capacidad de adaptarse al entorno. Es ahí donde se ve el respeto a la persona que tiene las gafas puestas».

Concluidas las jornadas de sensibilización como la organizada en el CPI Antonio Orza, esta docente confirma que hay un antes y un después. «Notas el cambio a la hora de tratar con respeto a la persona ciega. Surge la empatía. Entienden por qué corre más lento y que necesita silencio. También ven el esfuerzo que tienen que hacer y su postura corporal moviendo la cabeza. Y, además, se dan cuenta de su enorme fuerza de voluntad», destaca.

«Entienden por qué la persona invidente corren más lento y ven su enorme fuerza de voluntad»