Santiago Martínez Suárez: «Mi pasión por el debate surgió en un botellón que me cambió la vida»

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

ARZÚA

Nació, estudió y trabaja desde Santiago, pero asesora a presidentes de varios países

21 mar 2016 . Actualizado a las 19:11 h.

En alguna ocasión escribí que el botellón estaba matando la noche de Santiago y reblandeciendo el cerebro de los universitarios. Lo primero lo sostengo, con pruebas. Sobre lo segundo, admito mi error tras charlar con Santiago Martínez Suárez. El siglo XXI acababa de comenzar y este compostelano con raíces familiares en Carballo y Arzúa, que ya estudiaba Derecho después de pasar por La Salle y el Rosalía, quedó con sus amigos en un botellón. Como cualquier noche, comenzó una discusión amistosa que él sazonó con argumentos imbatibles. Se quedó solo con sus ideas y algunos le reprocharon que era imposible discutir con él porque siempre tenía un dato o un razonamiento para darle la vuelta a las cosas.

La escena no pasó desapercibida para el capitán de la Liga de Debate universitaria, allí presente, que animó a Martínez a sumarse al equipo. Eran seis frikis, y hoy suman más de doscientos miembros, el colectivo universitario con más miembros de España. «Mi pasión por el debate surgió en un botellón que cambió mi vida». Juzgue el lector en el siguiente párrafo si la frase se sostiene: Santiago Martínez quedó subcampeón nacional en el 2005, y fue ganador absoluto en el 2007 y 2008. En aquellos años impulsó la primera Liga Galega de Debate para llevar esta disciplina a los escolares y siguió formándose con un máster de estrategia política. Hoy colabora con universidades de todo el mundo, ha asesorado a presidentes de varios países y recibe llamadas de los puntos más calientes de la política española y sudamericana para aportar sus conocimientos sobre oratoria y marca personal.

Pero Santiago Martínez está tan orgulloso de acompañar a altos mandatarios -«por mi altura a veces me confunden con un escolta»- como de enseñar a comunicar a un policía que tiene que dar malas noticias o a un trabajador tímido al que le cuesta dar su opinión en una reunión de empresa. Para ello montó con dos socios -Jorge Pan y Adrián Lijó- un negocio que fue pionera en España y que tras atender a 200 alumnos sigue creciendo: «Eloqüencia fue la primera academia de oratoria con local físico -está en la calle Rosalía de Castro- y ya tuvimos que abrir otra sede en A Coruña. Pronto montaremos una más en Galicia», afirma convencido.

A Pan y a Lijó los conoció en el equipo de debate universitario cuando él era capitán y se dio cuenta de que ambos sumaban demasiado talento como para dejarlos escapar. Su colaboración le permite a Santiago Martínez salir de la ciudad durante varias semanas para atender a clientes nacionales e internacionales. Argentina, El Salvador, Perú y Honduras son algunas de sus últimas paradas por trabajo.

Y todo con base en Compostela. «A Manuel Campo Vidal, que trabaja en esto pero pertenece a otra generación, le sorprendió que fuera capaz de crecer en el sector sin la necesidad de estar en Madrid». Es la ventaja de no tener carné de conducir y usar cada desplazamiento en el transporte público para avanzar con un móvil y un ordenador.

El caso es que iba para abogado y el pico de oro le perdió. «Recuerdo que cuando empezaba le pregunté a una abogada, Noemí Ucha, de Omega de Economía, si debía seguir la carrera legal o sacarle partido a la oratoria. Me dijo que lo segundo, pero quiero pensar que fue por la pasión que le ponía...». Martínez se ríe abiertamente, pica un poco de tortilla, pero enseguida recompone su discurso. Su currículo es amplio, pero nunca pondrá que es un hijo agradecido. Ahora es él el que enseña a hablar, pero de pequeño le costaba pronunciar la erre. «Tenía un problema de dicción y mis padres me llevaron al logopeda -el fallecido Alberto Mozo Cajaraville-, así que agradezco su visión, porque nunca llegué a acomplejarme». Consiguió ganar debates y ganarse la vida. Y a mí me ha convencido.

Nombre. Santiago Martínez Suárez (Santiago, 1979).

Profesión. Licenciado en Derecho, experto en oratoria y asesor político.

Rincón elegido. La esquina del Obradoiro junto al Rectorado: «Aquí repasaba los temas de la carrera y todavía vengo a reflexionar»