«El Titán» de Conde, de Milladoiro a Vigo

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

AMES

PACO RODRÍGUEZ

La obra fraguada en su taller de Ames se instalará a la entrada del Álvaro Cunqueiro

24 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En su taller de Milladoiro, el ourensano Ramón Conde ultima la obra que la semana que viene formará parte de la vida de los vigueses: «El Titán». Se instalará a la entrada del hospital Álvaro Cunqueiro, que acaba de celebrar su primer aniversario. Tres años han sido necesarios para que Conde dé forma a una obra que honra a su nombre y con la que pretende mostrar el estado de dependencia y abandono que cualquier persona siente al tener que enfrentarse a una enfermedad. La idea la tuvo clara desde el principio. Fueron los interrogantes sobre el cómo y el material a utilizar -al final es fibra de vidrio- lo que retrasó su trabajo. Con la obra terminada, Conde volverá a impresionar.

-¿Por qué «El Titán»?

-Lo que procuro, como en cualquier otra obra, es que sea algo de múltiples lecturas. La primera imagen sugiere una paternidad. Es una figura muy hercúlea pero con una sensación de cariño y dulzura hacia un niño que está como dormido y tumbado a lo largo y envuelto en una especie de cueva que configura el hombre adulto. Dentro del contexto hospitalario, lo que quiero es que simbolice la confianza y el abandono que depositamos en esta instituciones, en la medicina contemporánea. No hay ninguna figura individual en Galicia de este tamaño. Aunque está encorvada, mide 2,7 metros de fondo, 2,6 de ancho y 2,4 de alto.

-¿Cómo surgió este proyecto?

- Los responsables del centro querían una escultura que tuviera cierta relación con el hospital. Hoy es raro que te digan exactamente lo que quieren en realidad. Esta una característica contemporánea. De ti depende el que pongas una obra de tu producción o que hagas algo especifico. Yo me lo planteé como un reto muy especial. De hecho, pretendía hacer algo que generase la misma sensación de asombro que me provocó a mí el edificio cuando lo vi, cuando todavía estaba en construcción. Era una sensación inabarcable por su grandeza. Quise hacer algo que invocase inmensidad. Dentro de la modestia que permite la escultura, quise crear algo que provocase ese sentimiento de inmenso.

-Y esto se refleja en «El Titán».

-En otras épocas tú eras un poco médico de ti mismo, sabías que si cumplías una serie de requisitos, no enfermabas. Y si no lo hacías, morías. Hoy en día la sensación que tienes es que de buenas a primeras puede aparecer algo que desde el enfoque tradicional no tendrías manera de abordar. La única manera de curarte es un sitio de brujería de estas características. Algo que en la historia pasada sería impensable. La actitud más recomendable delante de esto quizás sea el fatalismo: no tengo ni idea, entro aquí y confío en los médicos. «El Titán» evoca esto: la esta sensación de paternidad y de abandono ante el gigante protector.

-Ha procurado que sea una obra de múltiples visiones.

-No es solo un gran punto redondo de lectura fácil. Procuro que, por las características de la obra y el contorneado de sus partes, sea algo que puedas estar viendo días y días y que cada vez veas aspectos diferentes. Al jugar con el tamaño tienes la posibilidad de realizar muchos recovecos que permiten vistas sorpresivas y diferentes. Como casi todo lo que hago es encerrado en sí mismo, pero puedes tener visiones diferentes de la propia obra. En este caso, como son dos figuras que están modeladas de forma independiente, permiten ver aspectos curiosos.

-Una vez que se instale en Vigo, se convertirá en un referente escultórico más. ¿Ha influido esto en la confección de la obra?

-Al final, quien le va a dar carta de naturaleza a «El Titán» será el paso del tiempo. Cuando hice «Los Rederos», también en la ciudad de Vigo, que para mí fue otro desafío, hubo bastante discusión sobre la obra. Eran los años 80 y las previsiones de la gente era que la escultura tenía que ser de formas solo abstractas. Pero el paso del tiempo desautorizó esta tendencia y favoreció algo que en aquel momento parecía impensable: el regreso del figurativismo. ¿Quién podría prever en aquel momento cuál sería el futuro? Nadie lo sabía. Lo que en principio fue discutible, el paso del tiempo lo cambió. ¿Qué puede ocurrir con esta obra? El tiempo lo dirá. Supongo que gustará.

El protagonista. Ramón Conde es un escultor ourensano que tiene su taller en el polígono empresarial de Novo Milladoiro.

«El Titán». La obra que ha ocupado a Conde en los últimos meses se instalará en el acceso al hospital vigués Álvaro Cunqueiro.