«As catedrais de Canterbury e a de Santiago teñen moito en común»

Juan María Capeáns Garrido
Juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

AMES

Sandra Alonso

El investigador sostiene que el Camino tiene más fuerza turística que Galicia

21 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

David Santomil ha hecho un paréntesis político en su vida y en la actualidad es concejal de Cultura en Ames, pero hasta dar ese paso se dedicó con bastante pasión a la geografía. En el 2013 tuvo la oportunidad de vivir una temporada en Canterbury, en Inglaterra, y allí inició un trabajo junto al profesor Daniel O´Donoghue sobre el templo anglicano, faro y guía de la religión en el país. En realidad, lo que le inspiró fueron los «moitos paralelismos» que encontró con la catedral de Santiago: ambas son ciudades reconocidas por la Unesco, son referentes espirituales, acogen a peregrinos y son vecinas de un campus universitario con solera.

Encontró «elementos comúns», pero también resultó interesante dar con las diferencias. «Canterbury non é un produto turístico en si mesmo», explica Santomil, quien recuerda que el Camino de Santiago sí lo es, «e ademais recoñecido a nivel internacional». Tanto, que esa marca ya supera a Galicia, según pudo profundizar en una investigación anterior. «Hai diferenzas co modelo de peregrinaxe de Canterbury, e tamén na xestión. É visible que o mantemento é distinto, e ten outros recursos como a hotelería ou a mercadotecnia, pero sobre todo o cobro dunha entrada, que permite o autofinanciamento para a súa conservación». El precio es elevado, unas diez libras, y en el año del estudio, publicado por una revista turística especializada, el número de personas que pagaron por ver la catedral inglesa (casi nmedio millón) fue el doble de los peregrinos que sellaron la Compostela.

A ese indicador, explica Santomil, «hai que darlle unha volta», porque no todos pagan entrada, ya que la asistencia al culto es libre y otros visitantes están bonificadas. En todo caso, contrasta que una institución tenga perfectamente medido cuántas personas entran la catedral y en Compostela no se pueda saber. «Falan de tres millóns de persoas, pero é un cálculo aproximado», explica el edil, que ha tenido la oportunidad de compartir algunas de estas reflexiones con Daniel Lorenzo, director de la Fundación Catedral. Esos datos, desconocidos, requieren a su juicio «algún mecanismo» que ayude a contabilizar los visitantes, cuestión que redundaría en la seguridad del templo.

A Santomil también le pareció interesante la independencia económica que tiene la Iglesia de Canterbury gracias al cobro de entradas, cuestión sobre la que hay una absoluta transparencia. «Non é bo ter semellante dependencia das achegas dos fondos públicos», reflexiona. Ahora está llegando el dinero, «pero iso non é sostible no tempo», cree el investigador, quien considera que las cantidades de cobro tampoco tendrían que ser desorbitadas, «algo simbólico e con excepcións», y entiende que es una cuestión que se podría abordar a medio o largo plazo.

En el artículo, disponible al completo en Internet (en inglés) también se recogen cuestiones como la accesibilidad digital de ambas catedrales. Los investigadores realizaron un completo análisis de las páginas web de ambas instituciones, y concluyeron que ofrecer mucha información no implica necesariamente que aumenten las visitas a ese lugar. «A modernización das webs e a incorporación de tecnoloxías ao ámbito turístico non sempre ten unha relación directa co aumento de visitantes. Iso si, os que veñen, están mellor informados», concluye.