Cambiar todo y que nada cambie

Moncho Fernández

SANTIAGO

XOÁN A. SOLER

«Tuvimos que adaptar cosas, pero queríamos que la OBRA siguiera sonando igual, cantase quien cantase», resume Moncho Fernández en su relato de la temporada

21 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El 1 de octubre se levantaba el telón de la Liga 2016-2017, y con cuatro minutos de partido andado, Alberto Corbacho se lesionaba para toda la temporada. Su baja se unía a la de Nacho Llovet y a la de Txemi Urtasun, su compañero natural de posición.

Un apunte, ese día tampoco jugó Pepe Pozas.

Con apenas medio cuarto avanzado, el equipo quedaba muy tocado en la zona de anotación perimetral, y gran parte de la estructura y bagaje táctico, obsoleto, por falta de protagonistas que la ejecutasen.

Al objetivo prioritario de buscar un refuerzo (en el peor momento del mercado), se unía el reto, o mejor dicho, la necesidad, de recomponer el equipo tácticamente, buscando protagonistas que asumiesen un papel, destinado a priori, para otros.

 En la jornada 4, quince días después, llegaba al equipo Deividas Dulkys y, con apenas dos entrenamientos, debutaba contra el ICL Manresa.

Este relato, por desgracia, no solo fue una situación puntual del inicio de temporada, si no que contextos similares (ausencias de unos e incorporaciones de otros) se repitieron hasta el último mes de la competición.

Las peores circunstancias

Desde el punto de vista del cuerpo técnico, son las peores circunstancias a las que se tiene que enfrentar. No solo por el cambio de caballo en mitad del río, si no por el frenazo que implica, para el resto del colectivo, el incorporar un nuevo miembro: el equipo tiene que adaptar su velocidad al recién llegado (sobre todo si va a tener un papel importante), repitiendo situaciones ya conocidas, y frenando su progreso, hasta que el primero sea capaz de subirse y avanzar a un ritmo pertinente.

Debido a las circunstancias ya descritas, y de sobra repetidas, baloncestísticamente tuvimos que cambiar y adaptar muchas cosas, para que al final nada cambiase. Es decir, aunque los artistas fueran otros, el libreto del baloncesto colectivo, solidario, dónde el todo fuera más que las partes, debía seguir siendo el mismo. Siguiendo con el símil de los escenarios, un día el aria era interpretada por los pívots, otro el perímetro, o uno de sus miembros, era la prima donna, pero queríamos que la OBRA, siguiera sonando igual, cantase quien cantase.

Al final, un año más, lo hemos logrado «todos xuntos», por mucho que corifeo y primeros espadas intercambiasen papeles. Lo que no cambió fue el patio de butacas. Si #facendoobra, hizo historia con nosotros, #arebosar colgó el no hay billetes, este año, el #SARvationArmy bajó a las trincheras, para que nada cambiase y siguiésemos donde el Obradoiro se merece. A todos, gracias infinitas.