El Obradoiro nunca se traicionó

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

Mantuvo la firmeza y la confianza en el proyecto en todo momento, a pesar de las dificultades

08 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Obradoiro ya puede planificar la campaña próxima a sabiendas de que mantiene su plaza en la ACB, independientemente de si hay ascensos o no. Será la séptima consecutiva de Moncho Fernández en el banquillo. En la primera logró el ascenso. En las cinco siguientes siempre ha eludido los dos últimos puestos. Incluso en esta, a la que le faltan dos jornadas y que ha sido la más accidentada. Lo que no ha cambiado en todos estos años es el modelo. El club nunca se traicionó, a pesar de las dificultades. Hizo bueno el lema de Cela cuando decía que el que resiste gana.

lesiones

La racha interminable

La temporada empezó torcida. Muy torcida. Tras la experiencia del curso anterior, el Obradoiro apostó por inyectar veteranía en la plantilla con los fichajes de Llovet, Urtasun y Corbacho. Los dos primeros se lesionaron en pretemporada y el alero balear en el minuto cinco. Llovet, que está acabando a un gran nivel, se perdió cinco jornadas. Urtasun se fracturó una mano cuando empezaba a coger vuelo. No ha encontrado la continuidad ni su mejor nivel. Corbacho apura la recta final de su recuperación. Y Urtasun y Corbacho eran las piedras angulares de un proyecto que se vio obligado a readaptarse y sobrevivir sin sus dos tiradores más cualificados.

No queda ahí el parte de guerra. McConnell, pieza maestra del entramado de Moncho Fernández, se perdió un mes por un percance muscular. Matulionis, que llegó como relevo temporal de Urtasun y se ha quedado, estuvo dos meses fuera de combate por una fisura en un pie. Rosco Allen se rompió la tibia y se recuperó en tiempo récord, en mes y medio. Su sustituto, Barlow, se ha perdido cuatro encuentros por molestias en un gemelo. Pechacek dijo adiós a la temporada a principios de marzo por un fuerte esguince de tobillo. En Zaragoza, en un partido clave, Whittington fue baja de última hora y el equipo compareció con solo dos pívots disponibles. Solo el Barcelona sufrió una plaga comparable. Y también lo acusó.

PROYECTO

Templanza y confianza

Los resultados suelen condicionar los análisis, sobre todo en el mundo del deporte. Si el equipo no hubiese logrado la permanencia, el cristal de la perspectiva quizás sería más borroso. Pero lo cierto es que el Obradoiro ha procedido en todo momento con aplomo y con confianza en su plan de ruta. Tan es así que renovó a Moncho Fernández cuando más apretaba el zapato. Y el Alquimista de Pontepedriña y su cuadro técnico retribuyeron ese respaldo haciendo lo que siempre: trabajo a destajo, muy metódico, buscando soluciones sin refugiarse en las excusas. Y las fueron encontrando. En el Obradoiro diseñado para los francotiradores acabaron ganando protagonismo los pívots, con mención especial para el gigante Pustovyi.

AFICIÓN

Empuje y afecto de Sar

La Caldeira de Sar no lo es tanto por la presión cuanto por el empuje y el afecto que transmite. Es lo que más sorprende a los jugadores nuevo cuando comprueban que se puede perder y enfilar el camino a los vestuarios mientras suenan los aplausos. Sar y el Obradoiro volvieron a conformar un binomio que se retroalimenta. En la semana decisiva, los seguidores generaron la mejor de las atmósferas. La etiqueta Sarvation Army empezó a ganar el partido ante el Betis.