El acusado de pegar al amante de su esposa: «Iba a darle un beso y me encontré con la cara del otro»

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

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Xurxo Melchor

Confesó los hechos, pero alega que sufrió un arrebato de ira

04 may 2017 . Actualizado a las 08:25 h.

José Antonio Santiago Martis se expone a seis años de cárcel por propinar una «brutal paliza» -en palabras del fiscal- al hombre al que encontró en su casa metido en la cama con la que era su esposa. No niega los hechos y ayer confesó ante el tribunal de la sección compostelana de la Audiencia Provincial que le juzgó, pero alegó que sufrió un arrebato de ira al ver que su mujer le había sido infiel.

El relato que hizo Santiago Martis de los hechos que tuvieron lugar el 20 de septiembre del 2009 le sitúa aquella noche tomando cervezas y copas en las fiestas del Nazareno. Entre las 5 y las 5.30 horas, acudió al bar Abadía, donde aquellos días trabajaba su esposa. Al entrar, según explicó, vio a su mujer bailando y agarrada a la víctima, Antonio Manuel Rivas Gey. «Estaba muy borracha y le dije que viniera a casa conmigo», relató. Sin embargo, ella desapareció de repente del local, por lo que él fue a buscarla por el pueblo y, al no verla en ninguna parte, decidió regresar a su domicilio para cambiarse porque tenía que ir a trabajar al estar encargado del camión de bomberos municipal, con el que tenía que baldear las calles.

Al llegar a su casa, encontró luces encendidas y pensó que su mujer había regresado sola. «Me puse contento, porque pensé que por lo menos estaba en casa y estaba bien», señaló. Comenzó a buscarla y al pasar por una habitación vio un bulto sobre una de las dos camas gemelas. «Pensé que era mi mujer y me acerqué. Iba a darle un beso y me encontré con la cara del otro cuando ya le había dado el beso a él», añadió el acusado. José Antonio Santiago admite que perdió el control y que comenzó a darle puñetazos en la cara a Rivas Gey. El resultado fueron unas graves lesiones en la cara por las que le tuvieron que operar y que le han dejado secuelas en forma de cicatrices, la pérdida de tres dientes y una desviación del tabique nasal que le provoca dificultades respiratorias. Por ello el fiscal solicita que el acusado le pague una indemnización de 21.080 euros.

Tras los golpes, afirmó el acusado, llamó a su padre para relatarle lo sucedido y pedirle que avisara a la Policía Local y a una ambulancia. Actitud que su defensa también alegó como atenuante, junto a estar bebido, sufrir enajenación mental transitoria y las dilaciones indebidas que arrastra el caso, ya que han pasado casi ocho años desde que se produjeron los hechos. Por ello, aún admitiendo las lesiones, pide su absolución, un argumento que amplió el propio Santiago Martis cuando hizo uso de su derecho a la última palabra y dijo: «Desde el primer momento me arrepentí, actué con el impulso y sigo arrepentido».

La víctima niega la relación

Si no hay dudas de que la agresión se produjo, sí existen respecto a qué hacía Rivas Gey en casa del acusado con su mujer. Él afirma no recordar más que el primer golpe que le dio, pero negó que se hubiese acostado con la mujer y señaló que solo la había acompañado a casa porque ella se lo pidió y que sus planes eran volver a la discoteca en la que le estaba esperando la que por aquel entonces era su novia. Una versión que choca con el hecho de que la esposa estuviese desnuda cuando la encontró la policía y con que él mismo solo llevase puestos los pantalones cuando huyó de la casa.